Es buena la idea de los ganaderos de Colunga de no vender los animales que den positivo en la prueba de la tuberculina y quedárselos para consumo propio. Salvo que haya una ley que diga lo contrario (y si la hay, que la enseñen), tienen todo el derecho del mundo, porque los animales son suyo. Y dado que la carne se destina a consumo humano si los servicios veterinarios de los mataderos determinan que un animal que dio positivo no presenta síntomas ni daños, muy bien podrían organizar tras el próximo falso positivo una parrillada. Lo de invitar a la consejera de Desarrollo Rural, María Jesús Álvarez, suena bien. Pero quizá deberían extender la invitación al gobiernín en pleno, a sus aliados y, para que nadie se enfade, a toda la Junta General del Principado. ¿Se atreverían los políticos a zamparse una vaca que dio positivo en la primera prueba? Se podrían organizar hasta apuestas. Todo es ponerse.
