Tobías, el lechero, soñaba con ser rico para construir una gran casa con muchas habitaciones en medio del pueblo, con unas grandes escaleras de subida, otras aún más grandes de bajada y otras que no fueran a ningún lado, sólo para presumir. Y es que en la época del protagonista de "El violinista en el tejado" y "Las hijas de Tevye", los ricos compraban propiedades para disfrutar de ellas o para presumir. Pero ya no hay ricos como aquellos. Un ricachón de los de entonces se compraría mañana mismo la finca de San Antolín de Bedón. Y no para llenarla de chalés, sino para rehabilitar las edificaciones y pasear. Y lo mismo adquiría también Los Altares, para reconstruir el palacio y pasear. Y quizá hasta compraba la península de Borizu, para rehacer la casa y pasear. Y tal vez entonces la gente creería que pasear es mejor que especular, porque, como decía Tobías, "cuando eres rico se creen que lo sabes todo".