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Cronista de Parres

Escudos, banderas, blasones y símbolos

Sobre el proceso de revisión del escudo del concejo de Parres y el que se hizo en Cangas de Onís hace 70 años

El ayuntamiento parragués acaba de abrir el expediente de oficialización de su escudo y bandera.

Entre 1895 y 1900, Octavio Bellmunt y Traver, junto con Fermín Canella y Secades, publicaron su enciclopedia "Asturias", en la que dedicaban un capítulo a cada concejo asturiano. Para ilustrar la portada de cada fascículo eligieron el escudo municipal de cada concejo y -cuando éste no existía- se lo inventaban, como fue el caso del de Parres.

La mayor parte de los escudos por ellos creados violan alguna de las leyes de la heráldica, pero pueden convertirse en escudos heráldicos con algunas correcciones. Es éste el caso del emblema de Parres. Como dice el notable vexilólogo avilesino Eduardo Panizo Gómez "para convertirlo en un escudo heráldico habría que inventarle nuevos colores, simplificar su diseño y corregir lo que ellos (Bellmunt y Canella) pusieron como armas de los González de Argandona y de los Cordero de Nevares". En referencia a la bandera del concejo, nunca se adoptó ninguna oficialmente, aunque desde hace unas tres décadas se improvisó una -como en algunos otros concejos-. Así se decidió que se colocase el emblema municipal sobre una tela o paño azul, que es el color que se considera representativo de Asturias, como se visualiza en la bandera del Principado.

Tal vez algunos se escandalicen de que -después de 115 años, en lo que se refiere al escudo- en Parres nos pongamos ahora a revisarlo, pero alguna vez había que hacerlo, sin entrar en las razones del porqué nadie se preocupó de esta cuestión hasta ahora.

Bien cercano tenemos un ejemplo. Me refiero al hermano y vecino concejo de Cangas de Onís que, sin miedos -hace tan sólo 70 años- cambió su escudo radicalmente. Nada quedó del que (entre otros) había utilizado hasta 1945. El entonces alcalde de la ciudad, don Emilio Antonio González-Capitel Pérez (conocido como Antón Capitel), consciente de que el blasón municipal era casi igual que el utilizado por el ayuntamiento de Gijón desde siglos atrás -dando lugar a confusión- se puso en contacto don Luis Menéndez Pidal y Álvarez, arquitecto y conservador de monumentos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Ambos colaboraron en las grandes obras que se llevaron a cabo en Covadonga en la década de los años 40 del siglo pasado. Capitel fue aparejador y ayudante de don Luis en obras tan importantes como la capilla de la cueva de Covadonga -que sustituyó a la de R. Frassinelli-, en la restauración del puente medieval -al que llamamos "romano"- y proyectó la nueva Capilla de Sta. Cruz. Luis Menéndez Pidal intervino en más de dos centenares de actuaciones restauradoras del patrimonio nacional. Ambos recabaron el consejo y aprobación de don Miguel Lasso de la Vega y López de Tejada, marqués de Saltillo, profesor e historiador especializado en Genealogía y Heráldica, ramas en las que fue un indiscutible autoridad.

Elaboraron un proyecto de escudo que presentaron al Excelentísimo Ayuntamiento de Cangas de Onís. En sesión del 26 de diciembre de 1944 la corporación canguesa decidió sustituir el escudo que utilizaban desde las últimas décadas del siglo XIX -en el que figuraba el Rey Don Pelayo con la leyenda "Hoc signo vincitur inimicus" (con este signo vencerás a tus enemigos)-. Consideraron que este escudo no era suficientemente significativo para la historia de una ciudad que había sido corte de Pelayo, Favila y Alfonso I el Católico, cuna de la Reconquista y -en cuyo concejo- se encuentra el santuario de Covadonga.

De modo que eligieron como tema heráldico principal el de la cruz de roble de Pelayo, que la tradición supone depositada por su hijo Favila en la antes citada capilla de Santa Cruz de la ciudad, hasta que fue llevada al castillo de Gauzón para ser revestida de oro y pedrería y transformarse en la Cruz de la Victoria.

Decisivo fue para este cambio Antón Capitel, alcalde en Cangas (1937-1947), amigo de Buñuel, Lorca y Dalí desde su estancia en la Residencia de Estudiantes madrileña. Fue también aparejador de Covadonga durante más de cuatro décadas, desde 1929 hasta que falleció, en 1972, además de colaborador en el santuario del arquitecto Javier García Lomas. Curiosa es la decisión de la sesión del ayuntamiento cangués de ese 26 de diciembre de 1944, cuando recoge la tradición popular que aún subsistía de suponer el haberse desarrollado en los parajes contiguos a Santa Cruz una batalla posterior a la de Covadonga; durante su curso dícese que apareció una cruz en el cielo y, al verla, se desalentaron los infieles, diciendo: "Campo verde, cruz colorada, vencidos seremos en esta batalla", por lo que podría adoptarse como campo el verde o sinople.

Ahí se propuso como leyenda exterior del blasón "aludiendo a la pequeñez de Cangas y a su pasado glorioso" el siguiente: "Mínima urbium-máxima sedium". Para que en el nuevo escudo resaltase la antigua condición de la ciudad como corte regia el timbre (insignia que se coloca sobre el escudo) debería estar acorde con esa realidad. Cierto es también que en esa sesión se estudió la posibilidad de incorporar al escudo alguno de los atributos del de Covadonga del siglo XVIII, como "el anagrama de María, encima la cruz de roble, debajo un creciente o media luna ranversada y todo rodeado de doce estrellas sobre campo azur" (azul oscuro).

Fue aprobada por unanimidad la decisión de recabar de los organismos competentes su superior consejo y dictamen. El 14 de mayo de 1945 la Corporación se dio por enterada de la orden del 8 de mayo anterior por la que se aprobaba el escudo de armas del Excmo. Ayuntamiento de Cangas de Onís.

Y, por último, en sesión celebrada el 28 de mayo de 1945, quedó fijada la descripción del escudo de la siguiente forma: "Consistente en campo sinople o verde, la cruz de Pelayo de oro en jefe, una media luna abatida de plata y en punta el famoso puente sobre el Sella, de oro con ondas de azur y plata, completándose con una orla de oro y en letras de gules la leyenda Mínima urbium-Máxima sedium, y por timbre, corona o yelmo reales".

Todos estos datos y precisiones fueron recogidos y publicados por don Luis Menéndez Pidal y Álvarez en 1956, quedando así fijado el escudo del concejo de Cangas de Onís -con su personalidad propia, sencillo y de fácil comprensión- desde hace setenta años.

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