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El Puentón

Luchar contra el creciente fraude

La proliferación de piezas piratas ante la pasividad del Consejo Regulador

Algunos entendidos aseguran que los quesos de los Picos de Europa viven su mejor momento, pese a la aguda crisis económica que golpea a este país, antes llamado España. Cierto es que los certámenes otoñales consiguen aglutinar, llueva o luzca el sol, a cientos de turistas y visitantes en los enclaves más notables de su área de influencia, como Cangas de Onís o Benia.

Citas, ambas, ineludibles para quienes buscan degustar, pese a la cotización, uno de los más afamados manjares de la vertiente asturiana del parque nacional: el gamonéu del puerto.

Dicho esto, lo que en realidad más me preocupa en estos precisos instantes es escuchar las continuas y persistentes quejas de los artesanos-elaboradores, ganaderos todos ellos, por la merma de reses en sus cabañas. Es el cuento de nunca acabar, pues los daños ocasionados por los depredadores están a la orden del día en los puertos altos, tanto en el concejo cangués como en lares del municipio onisense. Hace nada, Vicente Suero Fernández, vecino de Gamonéu, perdía cuatro xatos, de entre 1 y cuatro meses.

"La gente ya pasa de denunciar los daños de los lobos". Esa es la típica frase que hoy en día corre como un reguero por los diversos recintos feriales de la comarca, justo cuando alguien suele interesarse por los pormenores de la cotidiana vida de los pastores. Detrás de la sonrisa de un quesero ofreciendo su producto en los stands, sea en Cangas o en Benia, hay cantidad de calamidades; en tanto, el pasotismo de la administración sigue patente, como si no tuviesen interés en dar solución al dilema.

Cuando los sufridos ganaderos señalan que al gamonéu del puerto le quedan "dos o tres telediarios" están lanzando una voz de alarma a las clases dirigentes para que atiendan sus peticiones. No sólo el asunto de los daños de los depredadores, sino también la demora en acometer los desbroces en el parque nacional de los Picos de Europa. El tiempo pasa y la única preocupación, me temo, de los gestores del espacio natural, a través del denominado Consorcio Interautonómico, es tratar de "vender" las cifras récord de turistas.

No existe mejor manera para desviar la atención, al menos puntualmente, que centrarse en la afluencia de visitantes al parque nacional. No sé hasta qué punto los ganaderos del área de influencia de los Picos de Europa podrán seguir aguantando el pulso a la administración. Sin ánimo a equivocarme, creo, que el sector se asemeja a un "polvorín" a punto de explotar. Los grandes problemas están ahí, pero quienes deben solventarlos continúan dando largas y más largas. Será, en mi opinión, que se encuentran cómodamente apoltronados en sus despachos o escaños, llueva o luzca el sol.

A todo ello, y mientras los políticos con mando en plaza se decantan bien por ir con los de la feria o bien por venir con los del mercado, debe sumarse la perentoria necesidad de un cambio de rumbo en el Consejo Regulador del Queso Gamonéu, actualmente en manos de una gestora. Va siendo hora de que los propios elaboradores cojan el toro por los cuernos y asuman ese reto de velar y luchar por su "joya" gastronómica. Tienen la obligación de dar, no un paso, sino dos, para ponerse al frente de ese organismo y, además de perseguir el fraude, intentar buscar nuevos canales de promoción lejos de nuestras fronteras.

Asimismo, esos elaboradores-artesanos, tanto de la variedad del puerto como la del valle, deberían tirar con fuerza del carro y en la misma dirección, insisto desde el seno del Consejo Regulador, para poner coto al creciente e incesante fraude del preciado queso. No será este menda quien les de alas para perseguir esas producciones dolosas de piezas del tipo gamonéu, ya asiduas en varios puntos de la comarca del oriente del Principado de Asturias. Saben perfectamente, los queseros, de la existencia de ese mercado paralelo con precios irrisorios que acaban por "engañar" a la potencial clientela. ¿Quién mejor que el propio Consejo Regulador para atajar el problema?

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