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En defensa de carniceros y charcuteros

No me extraña que los carniceros y charcuteros de nuestra querida comarca de los Picos de Europa se echen las manos a la cabeza ante la polémica levantada con el informe difundido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que alertaba de los riesgos cancerígenos de la ingesta de carnes procesadas y de carne roja. Un controvertido dilema que, a bote pronto, no se sabe con certeza si los potenciales consumidores, haciéndose eco de esas sugerencias, lo van a cumplir al pie de la letra, lo que podría repercutir en el consiguiente incierto futuro para el sector cárnico.

Ese controvertido informe asoma en el mismo instante en el que el pleno del Parlamento Europeo (PE) respaldó la autorización centralizada a escala europea de nuevos alimentos, tales como insectos, hongos o productos elaborados con nuevas técnicas para agilizar su proceso de entrada en el mercado. Una categoría en la que se incluyen los que no han sido consumidos a gran escala en la Unión Europea (UE) antes del año 1997, y que busca impulsar la innovación en el sector alimentario. En fin, si no querías taza en materia alimentaria, pues ahí tenemos taza y media.

Dicho esto, me considero defensor a ultranza de las líneas de elaboración de nuestros productos cárnicos en el área de influencia de los Picos de Europa, por no que nada hace temer que, de la noche a la mañana, el consumo con moderación de ese tipo de alimentos puedan ser la dañinos para la salud. Me niego a que unos supuestos estudios traten de acabar de un plumazo con la industria chacinera en ésta comunidad autónoma, en Asturias. Aún más: donde esté un buen compangu de fabada, cocinado a fuego lento, que se quiten los saltamontes en salsa de almendras, las cucarachas a la parrilla o las hormigas gratinadas; sin olvidar el flan de algas o la tarta de ortigas con arándanos.

Entiendo que no es lo mismo Asturias y España que los Estados Unidos de Norteamérica. Yo me pronuncio por lo que más cercano me toca, por eso defiendo a ultranza las carnes de aquí y la elaboración de los productos cárnicos aquí, en el área de Picos de Europa. Cierto es que con la salud no se juega, pero también deberían ser mucho más rigurosos, en lo referente a información, los organismos encargados de lanzar a los cuatro vientos esos estudios y así evitar un cierto alarmismo entre la ciudadanía. Insisto, confío a ciegas en la mayoría de los profesionales del sector carnicero y charcutero en la comarca del Oriente asturiano como para que alguien trate de poner en duda el proceso artesanal de elaboración de los productos que ofertan al consumidor.

Mientras tanto, casi en plena digestión, se me revuelve el estómago de sólo pensar en la "nueva alimentación" que nos quieren vender los millonarios políticos que disfrutan de cómodo escaño en el Parlamento Europeo. Se habla de alimentos, tales como insectos y nanomateriales, pero también hongos, algas y nuevos colorantes. Lo que sus señorías quieran, están en su derecho, aunque me niego en redondo a probar unas abejas con guarnición o escarabajos en su salsa; o bien merucos de río con boletus, estos de entrada, y unas culebras con papas a la panadera, de segundo plato, por ejemplo. Es posible que sean platos ricos en calorías e innovadores para la cocina de alto nivel. No lo dudo, pero que les aproveche gustosamente a los propios europarlamentarios que apoyaron la propuesta.

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