Como cada uno es de su padre y de su madre resulta lógico que haya gustos dispares y unos prefieran bosque y otros jardín, unos camino y otros calle. Está bien, así ha de ser. Pero a la hora de elaborar un plan urbanístico habría que pensar en todos. No está siendo así, porque los planeamientos son redactados por equipos de urbanistas que saben mucho, sobre todo de "urbanizar", y a veces muy poco de "ruralizar". Además, las líneas maestras son trazadas por políticos, que siempre hallarán más rédito -por una simple cuestión numérica- en un bloques de edificios que en una casas, en un núcleo urbano que en uno rural. Pero la democracia ha de ser el gobierno de la mayoría con respeto a las minorías. Así que, aunque haya más partidarios del asfalto que de la tierra, deberían reservarse algunos rincones para que las minorías puedan disfrutar también de lo que les gusta. Y que hormigonen todo lo demás, ya que se empeñan.
