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Un notario notorio

En la muerte de Luis Gutiérrez Díez, un profesional que rompía todos los esquemas

Para quienes hace treinta o cuarenta años tenían una idea preconcebida del notario como un señor muy serio, con lentes de montura dorada, cuello duro, lector de "Abc" y que después de ir a misa de doce con su familia los domingos, compraba una docena de pasteles, siempre en la misma confitería, Luis Gutiérrez Díez, notario de Ribadesella, rompía todo los esquemas. Era un notario poco convencional, que entraba en los bares, charlaba con todo el mundo y a los amigos no les cobraba. Yo fui varias veces a su despacho para que me hiciera algún papel, y a la hora de preguntarle por los devengos, siempre contestaba lo mismo: "Me debes setecientas cincuenta mil seiscientas doce pesetas. Las doce pesetas las gastamos en vino". Y salíamos a tomar vinos por los bares de Ribadesella o de Llanes, donde estuvo una temporada como sustituto.

Luis, con su voz un poco ronca, hablaba hasta por los codos. Su gran afición era la oratoria. Siempre, lo mismo daba que fuera un banquete multitudinario o una comida de cuatro amigos, a los postres se levantaba, brindaba a las señoras presentes (si las había) y se ponía a hablar, como si fuera James Stewart en "Caballero sin espada". Quiero decir que cuando tomaba la palabra, no la soltaba ni a martillazos. En realidad, durante sus interminables discursos, no decía nada, pero lo decía muy bien. Su vocación era la oratoria parlamentaria. Solía contar que tuvo un profesor en la Universidad que explicaba el sistema parlamentario bicameral organizando elecciones entre los alumnos, de manera que unos salían diputados y otros senadores, reservándose el catedrático la presidencia de las dos cámaras. Entonces, constituidas ambas, el congreso y el senado, de común acuerdo, destituían al presidente, y éste, haciendo uso de sus prerrogativas, disolvía las cámaras. "Así funciona la democracia parlamentaria", decía, y hasta el curso siguiente no volvía a ensayar un sistema parlamentario en el aula.

El interés de Luis por la política le condujo al PSOE, yo sospecho que por influencia de Peces-Barba, veraneante en Ribadesella, aunque él cuadraba mejor en un partido del tipo de Izquierda Republicana. En la presidencia del PSOE asturiano sólo había un notario, Rosales de Pola de Laviana, y Luis Palacios, que entonces estudiaba derecho y pertenecía a las JJ SS, sería notario más adelante. Luis siempre tuvo mucho orgullo por ser amigo de Peces-Barba, aunque, por lo que contaba, la mayor parte del tiempo la dedicaban a jugar al mus y al dominó. En los últimos tiempos debían de ser partidas aburridas, porque era la época en la que no se bebía ni se fumaba. Y Luis, a pesar de su amistad con Peces-Barba, seguía siendo cordial con los amigos de antes, a los que de vez en cuando les confiaba: "Me dijo Gregorio...". Y si se le preguntaba a qué Gregorio se refería, se decepcionaba y se ponía triste. Luis era esencial y candorosamente bueno, que disfrutaba teniendo amigos famosos, no por darse pisto él sino porque "Gregorio" y otros tenían, en su opinión, una fama muy merecida. Ahora se ha muerto. Lo siento mucho. No sé si en el lugar donde le corresponde estar habrá mus o estará "Gregorio".

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