A menudo conviene ponerse en el lugar del otro para darse cuenta de que hay más de un punto de vista y de que nuestra visión y nuestros juicios son a menudo incompletos. Imaginemos que un ciudadano de esta nación de naciones que llaman España (Espagne, Spain, Spanien, Spagna, Espanha...) decide visitar la cueva de Lascaux, en Francia, que es, como Altamira y Tito Bustillo, un santuario mundial del arte paleolítico. Si encuentra que la visita es sólo en francés y no conoce el idioma que elevaron a los cielos Voltaire, Verne, Proust, Balzac, Beauvoir, Dumas, Baudelaire, Molière, Sartre, Flaubert, Hugo, Zola, Camus, Ionescu... (imposible parar sin dejar de ser justo), saldrá un tanto desencantado, pues no disfrutará plenamente de la visita, por muchos folletos que devore. Sin embargo, si hay audioguías... la cosa cambia. Las nuevas tecnologías permiten eso y mucho más. "Vouloir c'est pouvoir", que diría el irreductible galo.
