Defiende el actor y dramaturgo Albert Boadella que la crisis tiene también una parte positiva: "la abundancia en que vivíamos era un suicidio para el mundo artístico" (para casi todos los mundos, en realidadir), mientras que "cuando no hay dinero se agudiza el arte" y "aparece la poesía". Es verdad: las crisis se llevan muchas cosas buenas, pero también algunas malas. Esta última, sin ir más lejos, se llevó al infierno la especulación y a prisión a unos cuantos corruptos. Y, por fin, en este rincón, donde hace nada se adoraba al ladrillo y al hormigón, pocos se ríen ya cuando se habla de arquitectura (y urbanismo) reversible, que es ese que, llegado el momento, permite que las cosas vuelvan a su estado original, en lugar de dejar tras de sí ruinas, miseria, fealdad y edificios abandonados. Dice el poeta Xabiero Cayarga: "Una ciudá habitable ye una ciudá onde los árboles llevanten al menos tanto como les cases". Grande Xabiero y grande Boadella.
