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Ramón Díaz

Orientalia

Ramón Díaz

El poder y sus circunstancias

Tal parece que todo aquel que ejerce el poder, más tarde o más temprano, llega a un punto en el que se siente agredido sin razón. Como si el universo entero se confabulara con el único afán de criticar, destruir, atacar y destrozar, entre otros infinitivos. Si haces, porque haces; si no haces, porque no haces. Unos critican porque no llegas, otros porque te pasas, y el resto, por el puro placer de fastidiar. Amigos que se convierten en enemigos; enemigos que se multiplican. Oposición, asociaciones, empleados, prensa, vecinos... embestidas, zancadillas, codazos... Entonces, algunos poderosos (en el sentido de que tienen poder) optan por la bunkerización (existe, esa palabra existe). Se encierran en su palacio, se rodean de una corte de aduladores y se alejan de la realidad de la calle. Les pasó antes a muchos y otros parecen a punto de caer en la tentación. Ocurre en gobiernos nacionales, autonómicos, municipales... Quizá sea consustancial al poder.

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