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Ramón Díaz

Orientalia

Ramón Díaz

Parque de atracciones

Una gigantesca montaña rusa, que sube y baja y vuelve a subir para bajar de nuevo. Una cinta de Möbius, con una sola cara y un solo borde, sin principio ni fin, imposible de orientar. Las Españas son capaces de pasar en un instante del cero al infinito, del amor al odio, del "¡Viva la Pepa!" al "¡Vivan las caenas!", del nirvana al averno, del cantonalismo a la unidad de destino en lo universal. Siempre ha sido así. Ocurre con los políticos (sólo hay que ver cómo acabaron en el pensamiento colectivo los un día venerados Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero), con la Constitución (ejemplo para el mundo anteayer, denostada hoy), con la selección española de fútbol (la mejor del mundo un viernes tras ganar a Turquía, la peor del universo el martes siguiente al perder con Croacia), con los partidos, con los gobiernos, con los famosos... Un país (o lo que sea) de extremos, de vértigo. PortAventura.

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