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El puentón

Terrazas hosteleras en Cangas de Onís

La necesidad de consensuar una normativa más digna para vecinos y emprendedores

Vaya por delante que me encantan las terrazas al aire libre y, por eso, a lo mejor me meto en camisa de once varas. No hay día en el que no se hable en algún corrillo tertuliano de la problemática de la ocupación de espacios y lugares públicos por establecimientos hosteleros. Por supuesto, la ciudad de Cangas de Onís, oficiosa capital de los Picos de Europa, no iba a ser una excepción. Eso sí, creo que los emprendedores están en su pleno derecho, siempre y cuando consigan las pertinentes autorizaciones del Ayuntamiento y abonen religiosamente las correspondientes tasas municipales.

Dicho esto, parece incomprensible que no se pueda conciliar la vida del ciudadano con la explotación de una terraza, ya sea en la temporada veraniega o en cualquier otra época del año. En Cangas de Onís fuí uno de los primeros -ahí están las hemerotecas para corroborarlo- en defender la peatonalización de algunas calles en la zona, digamos, más vetusta de la urbe: San Pelayo y Mercado, en el mandato del regidor socialista Alfredo García Álvarez. Cierto es que hubo sus más y sus menos, con algo de temor, el cual acabó superado. Afortunadamente se impuso la lógica y hoy en día ahí queda, para bien, lo acertado de la medida.

Aquella decisión, igual que aconteció con la controvertida variante de circunvalación de la vieja capital del Reino, supuso un notable cambio en el aspecto turístico de la antigua Cánicas. Apenas unos pocos bares y negocios de hostelería se localizaban antaño en el corazón de San Pelayo y la calle del Mercado, pues se contaban con los dedos de la mano. Con el paso de los años, poco a poco la proliferación de establecimientos hosteleros se convirtió en un hábito, la práctica totalidad con sus mesas y sillas a pie de calle, igual que otras muchas ciudades con gran atractivo turístico. Y siguen abriéndose más. La crisis aprieta, pero no ahoga.

Antes me refería a la obligatoriedad de los empresarios hosteleros de cumplir a rajatabla con la normativa en materia de ocupación de espacios públicos. Dada la incomodidad que sienten algunos vecinos, agobiados por el trasiego de mesas y sillas, reduciendo al mínimo espacio el lugar por donde poder caminar plácidamente sin tener que esquivar a camareros y clientes, creo que ha llegado el momento de plantearse en serio cual es el modelo ideal para una ciudad turística por excelencia como es Cangas de Onís.

Hay que alcanzar un consenso entre todas las partes involucradas, paleando en la misma dirección. Y me consta que el actual equipo de Gobierno municipal que preside el popular José Manuel González Castro está en ello.

De nada vale a estas alturas del verano plantear el asunto de las terrazas vinculadas al gremio de la hostelería -no todas, que conste en acta- en una sesión del Pleno del Ayuntamiento cuando han tenido todo el tiempo del mundo para sentarse con todas y cada una de las partes afectadas. "Mira ver si escribes algo sobre las terrazas. Es una vergüenza que no puedas caminar por la calle San Pelayo y encima algún camarero te llama la atención", me comentó esta misma semana un ciudadano cangués, enormemente molesto. Seguro que tendrá argumentos demoledores. Por eso, pienso, algo tendrá que decir en toda esa parafernalia de terrazas el propio Consistorio.

Insisto, es necesario retomar el tema de ordenación y ocupación de los espacios públicos por terrazas hosteleras, sin perjuicio para los viandantes. Eso sí sentando a todas las partes -hosteleros, colectivos vecinales, asociación de empresarios, grupos políticos...- y, mediante el diálogo, buscar acuerdos. El tema no es fácil y seguro que habrá sus más y sus menos, dada la importancia del sector hostelero -principal fuente de riqueza- en el concejo de Cangas de Onís. Por cierto, soy partidario de reducir al mínimo las tasas municipales en ese concepto de terrazas o cenadores fuera de temporada alta, es decir, de octubre a marzo.

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