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In memóriam

La sonrisa de Pablo "Pulga"

Adiós a una persona entrañable y muy querida en Cangas de Onís

Cangas de Onís llora a uno de sus vecinos más entrañables, fallecido el sábado, en plena juventud (49 años), tras luchar encomiablemente contra el cáncer. Pese a la dureza de las sesiones de quimioterapia a las que fue sometido a lo largo de los últimos meses nunca perdió esa sonrisa que le caracterizaba. Afrontó la pelea con valentía, siendo un ejemplo para muchos, aunque al final perdió la batalla. Se llamaba Pablo Emilio del Valle Sánchez, pero todos le conocían por Pablo "Pulga", mote que recibía, cariñosamente, toda su familia paterna.

No hace tanto, en plena Carreterona, en el transcurso de la procesión de San Antoniu, el Nuestru, exactamente el pasado 13 de junio, me pidió que le hiciera una foto, cogido de la mano de Rocío Blanco, su mujer. Jamás podía pensar, pese a que tenía constancia de la enfermedad que padecía, que aquella instantánea fuese la última. La acabó colgando en su perfil de Facebook. Esa sonrisa, esas ganas de disfrutar y vivir quedan plasmadas en la instantánea. Aún me resulta difícil entender que se haya ido para siempre, pero deja una profunda huella de amistad.

Ya no habrá más tertulias futbolísticas en "lo de Aure", en el parque municipal de Cangas de Onís, con una cervecita de por medio; o en "lo de Lino", también en la misma zona.

Para nada tendrá que defender a ultranza los colores de su queridísimo Sporting de Gijón, ni tampoco los de su Barça del alma. Las bromas y las carcajadas se echarán en falta en el "Stadium", en el "Park" o en "La Golosa", por no citar otros centros neurálgicos de la hostelería local de los que era asiduo cliente. Eso sí, allá donde esté seguro que se deleitará con los éxitos de rojiblancos y blaugranas, como no puede ser de otra manera. Y sin elevar la voz al resto de contertulios.

Pablo del Valle desempeñó trabajos durante los últimos años en el Juzgado de 1.ª instancia e instrucción de Cangas de Onís. Allí dejó muestras de su buen cometido, hasta que la lacra de esa enfermedad le impidió continuar cumpliendo con su actividad laboral. Orgulloso puede sentirse toda su familia, especialmente Rocío, a la que deja viuda, y su único hijo, César del Valle Blanco. El funeral celebrado en la tarde del pasado domingo en la iglesia parroquial de Santa María de Cangas de Onís congregó a infinidad de convecinos que quisieron acompañarle en su último adiós.

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