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El puentón

En defensa del tren de cremallera a los Lagos

Sobre el futuro de la regulación de los accesos a la vertiente canguesa del parque nacional de los Picos de Europa

El operativo del plan de transporte en servicio público a los Lagos de Covadonga lleva doce años en funcionamiento, desde que lo impulsara el entonces presidente del Ejecutivo asturiano Vicente Álvarez Areces (PSOE) y con el beneplácito del Gobierno municipal de Cangas de Onís, presidido en aquella época -2004- por Alfredo García Álvarez (PSOE). A lo largo de esa larga década el controvertido sistema de lanzaderas en autobuses y taxis ha tenido tanto detractores como benefactores, aunque en los últimos tiempos parece totalmente asentado, en épocas puntuales, y prueba de ellos son las casi 132.000 personas que lo han utilizado durante la campaña de verano, entre el 15 de julio y el 8 de septiembre. Cifras, sin duda, de récord histórico.

Dicho esto, y recuperando la siempre sabia hemeroteca, creo que el plan de transporte al segundo parque nacional más visitado del país siempre es mejorable. Incluso, a tenor de la afluencia de turistas en estos dos últimos años, con muchas posibilidades de ser incrementado su plazo de vigencia en el verano, prolongándose hasta finales del mes de septiembre, por ejemplo. Cierto es que la hipotética prórroga del operativo de buses-lanzadera no va a contentar a todo el mundo, sobremanera cuando por medio se encuentra una única empresa -con rango multinacional- que se lleva pingües beneficios, merced a la logística puesta en marcha en este rincón del oriente de Asturias.

Ahora bien, en mi modesta opinión, creo que el mejor sistema de regulación de acceso a la vertiente canguesa del parque nacional de los Picos de Europa sería aquel tren de cremallera ideado por quien fuera consejero de Fomento del Principado de Asturias, Juan José Tielve, en el otrora Gobierno del Partido Popular que presidió Sergio Marqués -antes del enfrentamiento entre los conservadores que acabó como el rosario de la Aurora-. Hablamos de mediados de los noventa del siglo pasado y un proyecto que se preveía acometer en el año 1998, aunque fue rechazado en la Junta General. La inversión ascendía a unos 13 millones de euros, aportados por el Principado, aun cuando estaba previsto recabar ayuda de la Administración central. El tren de cremallera invertirá en su recorrido unos 15 minutos y tendría una capacidad de transporte de 900 viajeros cada hora.

La alternativa al tren de cremallera, cuyo proyecto acabó en el baúl de los recuerdos pese a ser el sistema idóneo, insisto y no me cansaré de decirlo, fue el actual plan de transporte en autobuses, con una serie de aparcamientos disuasorios a lo largo del trazado entre la urbe canguesa y el área de servicio de Buferrera. Entre tanto, una potente empresa de transportes gestionando el sistema -la misma que, llegado el caso, podría asumir el conglomerado de un futurible tren de cremallera a los Lagos de Covadonga- y un Ayuntamiento, el de Cangas de Onís, que lleva un montón de tiempo a la espera de que un pequeño porcentaje de la venta de los tickets revierta en las propias arcas municipales. ¿Se imaginan sólo 50 céntimos por cada billete expedido para el Consistorio? Un pastizal, todo hay que decirlo.

Para nada entraré en otros de los proyectos del Gobierno regional de Vicente Alvarez Areces como presidente del Principado, el cual saltó a luz allá por 2005, dentro del Plan Especial del Real Sitio de Covadonga. En 2007, previo acuerdo con el Arzobispado, el Ejecutivo avanzó que el remonte conectaría la finca de Les Llanes, en las inmediaciones de El Repelao, con la zona conocida como la Casa del Jardinero, ya en el santuario mariano.

Dispondría de dos vagones panorámicos, con capacidad total para 120 pasajeros, que evitarían un trayecto de 1,5 kilómetros por la carretera. El Principado tenía previsto iniciar las obras en 2009, pero unos meses después, a finales de 2010, la Comisión Permanente del Patronato de Covadonga descartaba el elevador, debido a la crisis económica. Hoy en día, la casona de Les Llanes está tomada por la agreste naturaleza, una vez fracasado el ambicioso proyecto que incluía la construcción de un centro de visitantes, entre otras cosas.

Mucho ha llovido desde que remontes y funiculares comenzasen a airearse por el área de Covadonga y los Lagos, pero, a estas alturas, todavía no me creo que el sistema de buses-lanzadera acabe por ser la panacea como regulación del acceso al espacio natural protegido, teniendo en cuenta la problemática que presenta, año tras año, la deteriorada carretera CO-4. ¿Por qué no retomar el proyecto del tren de cremallera de Juan José Tielve? Estoy convencido que puede ser compatible con el respeto al medio ambiente y, al mismo tiempo, serviría para regular el acceso de coches y vehículos por la angosta CO-4. Aún más: habrá grupos de inversores con capacidad económica para afrontarlo, inclusive a través de la creación de una empresa mixta, junto al Principado de Asturias, el Ayuntamiento de Cangas y la Asociación de Empresarios de la Comarca de los Picos de Europa (Incatur).

Tiempo al tiempo.

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