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El Puentón

La plaza de Cangas de Onís

La necesidad de mejorar el entorno del mercado semanal

El mercado de los domingos, en la vieja capital del Reino de Asturias, Cangas de Onís, necesita reinventarse y ser adecuado en consonancia a los tiempos que corren actualmente. Conocido entre los lugareños como "la plaza" es quizás el activo más importante, sobremanera en lo que atañe al sector turístico, con el que cuenta la ciudad canguesa, tanto en temporada alta -cuando la afluencia de gente desborda todas las previsiones- como el resto del año. Sigue siendo una cita ineludible no sólo para los cangueses, sino para cualquier visitante que tercie acercarse a la oficiosa capital de la vertiente asturiana de los Picos de Europa un domingo sí y otro también.

Pero, a estas alturas, lo que considero urgente es que el propio Ayuntamiento de Cangas de Onís actúe de una vez por todas en la reconversión de la citada "plaza" dominical. Hace tiempo que se quedó anclada, un tanto obsoleta, perdiendo el encanto de antaño.

Algo deben hacer las autoridades para acometer un cambio sustancial que haga mucho más atractivo y acogedor el tradicional mercado semanal. Una de las cosas más preocupantes es la creciente proliferación de africanos "top-manta", que campan a sus anchas, repletos de calzado deportivo y otras prendas de marcas imitadas.

Si bien antes solían acudir a "la plaza" dos o tres vendedores ambulantes subsaharianos con sus CD o similares, las cosas han cambiado tanto que ahora mismo, quizás por el efecto llamado, no es nada difícil toparse en las inmediaciones del "Palaciu Pintu" con una docena de manteros.

Eso sí, lo curioso es que a pocos metros de dónde se instalan hay una serie de vendedores ambulantes -los asiduos durante casi todos los domingos del año- que abonan religiosamente las tasas municipales al Consistorio y, salvo error, también disponen de los papeles en regla.

Conste, y quede claro, que para nada me considero racista por denunciar lo que acontece en el mercado de Cangas de Onís, pues, por si alguno no se enteró todavía, buena parte de los vendedores de textil son de procedencia calé, aunque asentados en la zona desde hace años e incluso algunos de ellos naturales del propio concejo cangués. Lo que si veo absurdo es tratar de mirar hacia otro lado en ese asunto concreto cuando lo que debería hacer es defender a ultranza uno de los activos turísticos más importantes con los que cuenta la urbe canguesa, como es "la plaza" de los domingos. Y no sólo es el dilema del nutrido grupo de "top-manta" lo que ensombrece ese indudable atractivo, salvo que alguien me lleve la contraria.

¿Qué hay que tomar medidas? Por supuesto, tal como que suelen hacerlo en otros lugares de la comunidad autónoma.

Dicho esto, tampoco me resulta acertada toda la parafernalia de puestos de venta ambulante -varios de ellos con ropa interior, sin ir más lejos, por cierto de infinidad de modelos y colores- localizados casi a la entrada de la iglesia parroquial de Santa María. No es de mucho gusto tener que acudir a un funeral, boda ó bautizo, por ejemplo, y verse obligado a sortear toda esa serie de mesas y stands a las puertas del templo. Cierto es que hay terreno más que amplio en el área del Palaciu Cortés, en la zona conocida por los cangueses como "mercáu los gochos". ¿Tan difícil resulta reubicar algunos puntos de venta ambulante? Habrá que intentarlo.

Lo que no voy a entrar es en la discusión de lo que ofertan quienes asisten a "la plaza" con sus productos gastronómicos, ya elaborados en casa.

Para nada incido en las cosas de la huerta, huevos caseros y demás pamplinas. Se supone que todo ello deberá disponer de un control sanitario, como acontece en cualquier mercadillo de alimentación. Insisto, va llegando el momento de acometer la, digamos, reconversión del mercado de los domingos, el cual pide cambios a gritos. A lo mejor hay que poner a todas las partes involucradas de común acuerdo antes de introducir modificaciones severas. Inténtelo, está en sus manos. Ganará el mercado y, por supuesto, continuará siendo un gran aliciente para oriundos y forasteros.

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