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El Puentón

Los leones de Covadonga son patrimonio asturiano

Sobre la ocurrencia de un alcalde gallego de llevarse las esculturas del santuario cangués

Los leones, portentosas esculturas localizadas a la entrada del santuario mariano de Covadonga, son patrimonio de todos los asturianos y asturianas, tengan fe o no en la Santina. Cualquier otro argumento es pecata minuta, sobremanera si apunta a una mera ocurrencia de un alcalde que busca réditos políticos abriendo ríos de polémica sobre la titularidad de tales elementos ornamentales, los cuales fueron adquiridos en su día por la Diputación Provincial de Oviedo que presidía en aquella época (1957-1970) José López-Muñiz González-Madroño, siendo adquiridos a un particular por algo más de 600.000 pesetas. Vamos, un "pastizal".

Parece mentira que algunos mandamases se preocupen por tratar de arrebatar lo que en su momento se realizó con todo tipo de transparencia entre un vendedor -legítimo dueño de las famosas esculturas de mármol de Carrara- y la Diputación Provincial. Eso sí, resulta un tanto paradójico, después de medio siglo, que Betanzos, o mejor dicho su actual regidor socialista, se interese por recuperar algo que no es suyo, pues, por medio, hubo una transacción comercial entre las partes involucradas y saldada. Además, con luz y taquígrafos, según comentan por Cangas de Onís. Y lo creo.

No fue una confiscación, sino una compraventa en toda la regla. Aún más, a estas alturas de la película creo que nadie va a ceder en lo referente al cambio de ubicación de los famosos felinos del real sitio de Covadonga. Ni me pasa por la cabeza que el Arzobispado de Oviedo ceda; ni mucho menos espero que el ejecutivo regional, por mucha sintonía que tenga con el alcalde de Betanzos, se muestre dispuesto a entregarle parte del patrimonio de todos los asturianos y asturianas como son los leones, situados casi al pie de la explanada del pozón de la Santa Cueva.

Ahora bien, como mal menor, el regidor de Betanzos puede optar por una salida mucho más airosa: encargar otras esculturas a un taller de marmolería. Pero si la intención era una reproducción de las efigies se podía haber ahorrado todo el tumulto de las últimas fechas y con ello el consiguiente encabronamiento de una buena parte de los vecinos de Cangas de Onís y alrededores, sin ir más lejos, quienes no daban crédito a lo que escuchaban. Y es que, cualquier día, igual alguien se presenta en Covadonga con la pretensión de llevarse la escultura de Don Pelayo, asentada justo a escasos metros de la basílica, por no sé qué cuestión. Vamos, no sé si reír o echarme a llorar.

Hubiese preferido que la controversia Betanzos-Covadonga se hubiese centrado única y exclusivamente, temiendo en cuenta que el Reinazo pasa por el enclave cangués, en la deteriorada imagen que ofrece el santuario mariano de Covadonga cara al turista. Ahí, visto lo visto, ni Arzobispado, ni Patronato del Real Sitio y Gruta, ni Parques Nacionales, ni el Gobierno regional ni el Lucero de Alba tienen la suficiente disposición -quizás choquen- para atajar esa grave problemática que atañe a uno de los lugares de peregrinación -además de turístico- más importantes de todo el norte de España. Sobran las palabras, hacen falta hechos. Y ya llovió lo suficiente.

Pasan los meses, transcurren los años... pero todo sigue igual, salvo tapar algún que otro bache. Se avecina 2018 (ojalá con los leones en su sitio), año de centenario en Covadonga, donde todas las administraciones deberán tirar la casa -o sea, el despacho- por la ventana para darle dotación económica con miras a una profunda adecuación en materia de infraestructura y mejoras en el real sitio de Covadonga. No hay marcha atrás, todo lo contrario, aunque lo más prioritario pasaría por que Covadonga dispusiese de un Taller de Empleo, mancomunado o no, encargado de velar por lo concerniente a jardinería y medio ambiente.

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