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Con sabor a guindas

Con ánimo reforzado

El cáncer une voces solidarias en Ribadesella

Debo decir, y en la obligación estoy de confesarlo, que cuando esta enfermedad apareció en mi vida, me ofrecía mi mismo un canto de esperanza para tratar de reforzar mi ánimo. Dejé constancia de ello en uno de mis libros de poesía: "si piensas en la belleza que la vida ofrece; asómate al mar, acaricia el sol, háblale a la luna, aprecia el amor, practica el humor, intenta el rezo y quiere a los demás".

Quizás demasiado romántico para algunos, pero muy eficaz para todos aquellos que la sufrimos. Tengamos en cuenta que en la soledad, la vida siempre se hace silencio. Por ello, debemos buscar esas voces cercanas que nos proporcionen alivio, paz y calma.

Y le diré que todo esto se cumplió, con la solidaridad que da la unión, el viernes 14 en la reunión que se celebró en el Gran Hotel del Sella, donde fui invitado por un grupo de unas doscientas mujeres en voz y lucha por el cáncer.

Mujeres de todas las edades, en esa escala de juventud a madurez, elegantes, alegres, optimistas, solidarias y entre todas ellas me sentí muy feliz de gozar de su compañía. Un día maravilloso, de suave temperatura, de sol radiante y en mar en calma que desde la terraza nos ofrecía la playa de Santa Marina.

Una reunión de amistad y afecto compartido, allí donde el sentimiento se hace abrazo de ilusión y esperanza, ya que los que hemos vivido este trance, y seguimos en la lucha, sabemos de la necesidad de ser arropados. De aquí que yo me ofrezca a compartir mis experiencias con las personas que me necesiten.

No olvidemos que, en su momento y tras la enfermedad, debemos apartar la desazón y el miedo, dejando libre el pensamiento, ofreciéndole calma al sentimiento, en el deseo de intentar que el eco de la voz del tiempo nos ayude a encontrar esa buscada felicidad para seguir gobernando nuestras vidas.

Digo todo esto, porque tras largas noches de incertidumbre, de luces y de sombras, hay que pensar que un nuevo día nos traerá esperanzas y que la vida aún nos necesita. Repito, siempre, las palabras del cantante Josep Carreras cuando lo padeció: "Si existe una posibilidad entre un millón esa es la mía". Hoy existen miles de posibilidades y la nuestra está entre ellas.

Por ello, cuando se supera, todo se hace más cercano a las cosas que te rodean y nuestra diaria convivencia debe hacer un pacto prudente con la enfermedad para llevarla con dignidad y viviéndolas sin hacer de la palabra cáncer, sin miedos, un sinónimo de muerte, sino de esperanza.

Así las cosas, pienso que hay que luchar sin deprimirse y con enorme ilusión para ganar la batalla y nunca darla por perdida, buscando esa confianza en uno mismo y en ese colectivo de médicos, enfermeras, familias y amistades confiando en los avances de la ciencia.

Todas estas cosas las comprendemos cuando uno entra en la ruleta de ese imprevisto mal donde es necesario buscar ese equilibrio para que nuestra mente no nos tienda trampas y nos abra una ventana a ese optimismo que nos dará tranquilidad y mejoría.

Quisiera que mis palabras pudieran fortalecer el ánimo de las personas que lo padecen, para que esa entrega, sin medida, que la oncología nos ofrece, en sus avances, sea fruto de esa humanidad compartida entre médico y enfermo. Confiemos en ello.

Hagamos que la ilusión colectiva de esa reunión cara a mar permanezca y se incremente. Todos estábamos a gusto, en amigable charla. La noche tardaba en llegar, el sol no la dejaba, quería ser el gran amigo del grato encuentro. Se fue lento y sin prisas tras las alturas del faro de Somos, mientras, generosa, la Virgen marinera de Guía bendecía el acto y nos saludaba desde su ermita.

Luego, las notas de una guitarra y la voz de unos boleros pusieron el punto final a un hermoso acto solidario lleno de armonía.

Fue, sin duda, un día a recordar.

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