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Cronista oficial de Parres

1.700 años con San Martín de Tours

El arraigo en el norte de España de la devoción al santo

Se da por cierto que Martín de Tours nació en Sabaria, Panonia, la actual Szombathely (Hungría) en el año 316. Recibió su educación en Pavía, ingresó con 15 años, en la guardia imperial romana, en la que sirvió a caballo hasta los 25 años. En Francia -tras dejar la vida militar- fue bautizado y se unió a los discípulos de San Hilario en la ciudad de Poitiers. En el año 370 fue nombrado Obispo de Tours.

Es San Martín titular de la parroquia de Arriondas (como antes lo fue de la iglesia matriz de Cuadroveña) desde hace más de 600 años; único patrono eclesiásticamente proclamado como tal según el decreto 3.048 de la Mitra episcopal asturiana. Además de patrono de Arriondas lo es nada menos que de otras cincuenta y ocho parroquias asturianas.

¿Por qué habrá tenido tanto arraigo en el norte de España la devoción a este santo? La cuestión viene de tan lejos como desde el siglo VIII. No se crearon sedes episcopales estables en la sociedad cántabra, muy romanizada, pues la existencia de un posible episcopado en Peña Amaya -en el centro del supuesto ducado de Cantabria- no puede ser demostrado, ducado destruido por Tariq (el general que dirigió la conquista musulmana de aquella Hispania visigoda, según la crónicas árabes de los siglos X y XI, el mismo que dio nombre a Gibraltar, así nombrada por haber sido su punto de desembarco, pues Gibraltar significa "montaña de Tariq"). Sin embargo, durante los siglos de dominio asturiano se documentan varios obispos giróvagos (sin sede episcopal circunscrita a un territorio determinado, algunos huyendo del dominio musulmán). Por lo tanto, las relaciones entre los grupos cristianos del norte de España con comunidades alejadas como podrían ser las galas, no eran extrañas. Como ejemplo vamos a relatar un caso poco conocido -si damos por bueno un relato hagiográfico de Gregorio de Tours (540-594), biógrafo de San Martín, el cual cuenta la peregrinación de un tal Maurano a ese famoso santuario a finales del siglo VI-. El relato aparece en el libro "De virtutibus Sancti Martini", del citado obispo Gregorio.

En ese texto se cuenta que cierto individuo de la región de Cantabria llamado Maurano, levantándose una mañana de la cama, al salir de casa, como si alguien le hubiese pegado un golpe en la cabeza y cayendo en tierra inmediatamente, quedó como muerto, de tal forma que durante tres días parecía vivir sólo en espíritu, siendo considerado por todo el mundo ya difunto, al menos en lo que al cuerpo se refiere. Al cuarto día consiguió abrir los ojos, pero sin poder hablar, pues había perdido esa facultad y, habiendo oído relatar los milagros de Martín de Tours, agarró un tridente de marinero y comenzó a clamar, con gestos y súplicas que le llevaran al templo del beato Martín (?) Encendido de deseo quería subirse a alguna nave, pero fue retenido por sus padres. Pero viendo el tal Maurano (continua el relato) una tercera nave, sus padres fueron incapaces de retenerlo. Una vez en ella y arrastrados por un fuerte viento mar adentro, la virtud del santo obispo abrió la boca del enfermo, el cual, con las manos extendidas, comenzó a hablar diciendo: "Te doy gracias, Dios omnipotente, que me hiciste emprender este viaje, y, ya antes de que pudiera ver el templo del Santo, he sido capaz de experimentar sus auxilios". Cuando los navegantes llegaron a Burdeos, desembarcando enseguida el cántabro, se acercó a la basílica del Santo, entregándole su ofrenda; (no cita cómo Maurano recorrió los 350 kilómetros entre Burdeos y Tours?).

Más de catorce siglos han pasado desde que el obispo Gregorio nos dejase por escrito este suceso para sumar más fama y honor a San Martín.

Bien es cierto que la mayoría de los cristianos de hoy (no digamos los no creyentes) releen y analizan sucesos como el anterior con ojos del siglo XXI, que -como no puede ser de otra forma- son sometidos a revisión, surgiendo las dudas, prevenciones y desconfianzas de tantos miles de casos en los que se pretendió hacer pasar por milagros lo que no eran más que suposiciones, fantasías o ilusiones, cuando no relatos interesados o astutos fraudes de pura ley. Como fraude es -según el sacerdote y catedrático Francisco Javier Fernández Conde- la célebre carta de Alfonso III (el rey de Asturias llamado el Magno) al clero y al pueblo de Tours en el año 906, en la que les demandaba una corona imperial que ellos tenían en su poder (coronam imperialem (?) ex auro et gemmis comptam), cosa que no se puede datar históricamente, porque se basa en un documento falso.

Lo que sí es cierto es que la devoción a San Martín de Tours ya estaba presente en la corte asturiana de Alfonso III, con las correspondientes relaciones marítimas entre asturianos y galos. Conmemoramos, pues, este año, el 1.700 aniversario del nacimiento de Martín de Tours, santo muy querido y venerado en todo el mundo, patrono de Francia y de Hungría. Además de patrono de Arriondas, dentro de nuestro concejo de Parres también le tenemos dedicada la iglesia de San Martín de Escoto, reedificada a mediados del siglo XVI con materiales procedentes del monasterio de monjas benedictinas de San Martín de Soto, una auténtica "joya" situada en Llames de Parres, declarada Bien de Interés Cultural.

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