La nave de Delfa, en Ribadesella, debe ser demolida. No hacerlo sería mucho más costoso. Habría que elaborar un proyecto de acondicionamiento del edificio; adaptarlo al Código Técnico de la Edificación (CTE); acometer obras de demolición interior y exterior; renovar los portones; sustituir las placas de fibrocemento de la cubierta (contienen amianto, altamente peligroso); dotarlo de medidas de protección contra incendios (incluido hidrante); tratar la estructura contra el fuego (tratamiento ignífugo); instalar un sistema de control de accesos y videovigilancia; acondicionarlo según el reglamento de actividades molestas, nocivas y peligrosas; dotarlo de servicio de limpieza, y contratar un seguro de responsabilidad civil. Pero, sobre todo, la nave es un mastodonte antiestético que priva de vistas hacia la ría del Sella, estrangula el acceso a la Casa del Mar y a la parte trasera del cuartel de la Guardia Civil y asfixia la plaza de abastos. Sobra.