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Con sabor a guindas

Llega la primavera

Una estación que parece ser que llena de ilusiones y esperanzas

El tren de nuestro tiempo, que pasa fugaz y sin retraso, ha dejado atrás la estación del invierno y está ya en el andén de la primavera. Se dice que nos trae un vagón precintado de sorpresas lleno de ilusiones y esperanzas, de diálogos abiertos, pactos y grandes mejoras con soluciones muy agradables para todos. Bienvenido sea.

Lo cierto es que esta silenciosa primavera acaba de llegar. Eso sí, temerosa de que el eco de la voz del viento le regañe de nuevo con alguna bronca inesperada. Sin embargo, tengo la confianza que llegará pletórica tras el puente de ese invierno loco que tan presto andaba en calores como en fríos.

Así las cosas, presiento, como digo, que nos vendrá con un enorme caudal de esperanzas y nos traerá nuevos escenarios. Ya se aprecian en los campos de mi aldea riosellana, donde nací y vivo, bordados con miles de hilos de margaritas que, en el fondo de su tierra verde, archivan raíces de árboles que antes fueros esqueletos de cuerpos desnudos y hoy se visten de hojas nuevas y pétalos blancos en busca de frutos y cosechas.

Pienso que compartirán su abundancia con aquellas que a los humanos nos traiga ese citado vagón primaveral. El jefe de estación, que es buen amigo, me ofrece en confidencia sus secretos. Parece ser que en su equipaje alberga previstas soluciones: sucesiones y donaciones sin olvidarse de las plusvalías tienen su lugar. La educación encontrará la senda. Impuestos e intereses no se moverán. El acertado consejo de la FADE de que las empresas se ayuden unas a otras sería bien recibido. El Gijón permanecerá y el Oviedo subirá. Los poetas le cantarán al amor y a la vida y la felicidad colgará el cartel del estancia completa.

Pienso que si todo esto se hace verdad, sin duda que el viejo refrán de que "la primavera la sangre altera" cumplirá con creces su misión. Sólo falta que colabore con estos pronósticos el tiempo y nos deje disfrutar de buenas temperaturas para que no se congelen nuestras ilusiones.

A todas estas recetas unamos la de una extraordinaria gastronomía, que en esto no hay quien nos gane, y si además de las citadas bendiciones del cuerpo nos acordamos de alguna oración para el alma miel sobre hojuelas.

Permítanme de nuevo salir al encuentro de la primavera. La mañana es agradable y me anima a pasear. Me voy hacia las montañas. Las alturas de la sierra del Cuera están muy cercanas a mi hogar. Estos días trataron las nieves de poner su bufanda blanca sobre sus picos quizás para que su despedida se alargue.

A sus pies brotan los campos de múltiples verdes con una luz distinta, de brisas suaves, de soles tibios, de trinos de aves, de colores de todas las tonalidades posibles. Desde un promontorio diviso al Sella, ese río amigo que deja sus aguas sobre el mar y baña las bellezas de Ribadesella.

Todo lo que vi vista alcanza me ofrece alivio y paz para disfrutar de esta naturaleza única nunca mejor llamada Paraíso Natural.

Mientras descanso, sobre la hierba, mis pensamientos se amontonan y me pregunto si todos estos mandares que nos trae el tren de la esperanzadora primavera sepamos defenderlos como propios y no se queden en lloros y pesares y que sea la alegría del triunfo lo que tengamos que celebrar con un brindis de felicidad por nuestra querida Asturias.

Confiemos que el empuje y la palabra de todos los asturianos se mantengan unidos y se haga realidad y consenso. La primavera nos lo agradecerá. Que así sea.

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