Uno: la mayoría de los ganaderos no tiene nada que ver con los incendios. Dos: algunos juraron por sus cargos que se incendiaba el monte porque había acotamientos injustos, pero se han eliminado y los pirómanos siguen actuando. Tres: los delincuentes que arrasan un año más Asturias no tienen respeto a nada ni a nadie y creen que el monte es suyo, cuando es público, de todos. Cuatro: eliminar los acotamientos no erradicó los incendios, como cacareó la derechona, cómplice de estos atentados ambientales. Cinco: un gobierno pusilánime, temeroso de perder cuatro miserables votos, se alineó con la derechona (a la que pertenece sin duda) y es asimismo cómplice de lo que está ocurriendo, por acción y omisión. Seis: el silencio cómplice de muchos es imperdonable. Y siete: el paisaje, principal activo de este país, está siendo destruido. El paraíso se parece cada vez más al infierno.
