El Gobierno del Principado compró la finca Les Llanes en 2006, cuando llovían billetes púrpuras, por 3 millones de euros, más varias prebendas urbanísticas que aprobó el Ayuntamiento de Cangas de Onís. La finca y la casona estaban en perfecto estado de revista (de hecho la familia propietaria la ocupaba durante parte del año). El Gobiernín quería abrir allí el centro de recepción de visitantes de Covadonga, habilitar un aparcamiento (subterráneo, llegaron a decir) e instalar un "ascensor panorámico" para subir a los turistas hasta la basílica. Los típicos delirios de aquella época enladrillada. Todo se esfumó, por supuesto. Y la finca y la casona quedaron en el más completo abandono, hasta que hace unos días limpió por allá el Ayuntamiento de Cangas de Onís. Volverá a caer en el olvido. Habría que abrir allí un museo: el Museo de lo que nunca más se debe volver a hacer, el Museo del disparate.
