El parque nacional suizo, aprobado en 1914, tiene 174,2 kilómetros cuadrados; el de los Picos de Europa 674,5. Está prohibido salir de la única carretera que existe o pernoctar fuera de su único refugio. No se puede perturbar a los animales ni a las plantas; ni llevarse nada, ni una brizna, ni una piedra. No se puede hacer fuego, ni llevar perros (tampoco atados), ni siquiera segar la hierba. Dice la ley de declaración: "El parque nacional es una reserva natural en la que la naturaleza está completamente exenta de cualquier acción o influencia humana, y en la que todos los animales y las plantas se dejan enteramente a su desarrollo natural". Por supuesto, no hay pueblos en su interior. En 2010 se crearon una zona "tampón" y otra "de transición", esta última con alguna localidad. Es el ejemplo perfecto de lo que debería ser el parque de los Picos, cuya extensión es, a todas luces, desmesurada, insostenible.