Nuevos nombramientos para Covadonga. Todo muy bien, acorde con brisas de renovación. Y, por supuesto, también con la mirada depositada en los faustos a organizar el próximo año 2018, coincidente con el centenario de la coronación de la Santina y, del mismo modo, con la conmemoración del primer siglo de la fundación y puesta en marcha del otrora parque nacional de la Montaña de Covadonga, actual, además de controvertido, parque nacional de los Picos de Europa.
Un espacio en la cresta de la ola por la pretensión de algún alcalde del suroriente asturiano que anhela sacar a su concejo -salvo sorpresa- del espacio natural protegido.
La llegada de un nuevo abad al santuario de Covadonga, reemplazando en ese cargo al anterior, Juan José Tuñón, abre una línea de cierto recelo a poco más de un año de la celebración de las anunciadas efemérides en el real sitio. Sus pros y sus contras tendrá la decisión adoptada por Monseñor Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, a la hora de adoptar esos cambios.
Habrá gente que se siente satisfecha con la nueva buena; en tanto, otras, no entenderán demasiado bien la medida. Sea como fuere, está a punto de iniciarse otro ciclo en uno de los principales referentes de la fe cristiana en este país.
Dicho esto, sin entrar a valorar a fondo la sustitución del hasta ahora abad de Covadonga, me gustaría incidir en la necesidad de peatonalizar la explanada alta del santuario mariano.
Pasan los años, incluso décadas, pero nadie parece dispuesto a coger por los cuernos una de las grandes asignaturas pendientes del gran centro de peregrinación de la comunidad autónoma del Principado.
No sé si será, por fin, el próximo ejercicio 2018 cuando alguien con mando en plaza se decante por darle solución satisfactoria al problema, enquistado con el paso del tiempo.
Aún más, no hace falta ser ningún iluminado para actuar con cautela y decisión.
Llevo años defendiendo la propuesta de centrar gran parte del parque automovilístico con destino a Covadonga en el estacionamiento de El Repelao, justo en el límite del parque nacional, en el último de los aparcamientos vinculado al plan de transporte a los Lagos.
Allí, en ese punto, debería montarse un sistema de lanzaderas -bien a través de Taxitur, Alsa o los taxistas independientes cangueses- para trasladar en servicio público a visitantes y turistas a la explanada alta del real sitio, incluyendo parada discrecional a la altura de la Hospedería de El Peregrino.
Con ello, la peatonalización sería un hecho consumado, pese a que, me temo, no contentaría a todo el mundo. Y es que nunca llueve a gusto de todos, sobremanera cuando hay muchos intereses.
Los grupos organizados tendrían su lugar de operaciones -carga y descarga de viajeros- en el citado parking de El Repelao, bien para subir a Covadonga o bien para ascender a los Lagos. Poner en marcha un servicio de microbuses o furgonetas, previo abono de una módica cantidad por usuario, desde El Repelao hasta la explanada alta del santuario, no sería algo descabellado, ni mucho menos una mera ocurrencia, ni tampoco conllevaría un despilfarro económico. Cosa bien distinta sería acondicionar como macroparking la finca de Les Llanes -para autobuses y coches- y así acceder a través de senda peatonal hasta la parte posterior del edificio de la Escolanía.
¿Y plantearse una zona azul en la explanada, entre la santa cueva y la basílica, como alternativa? Igualmente sería interesante, pese a que no se lograría la ansiada peatonalización del lugar, sino que propiciaría una mayor rotación de automóviles. Creo, en mi opinión, que Covadonga ganaría mucho con la peatonalización, justo ahora cuando existe un amplio aparcamiento en El Repelao, insisto, el cual debería ser el punto de partida de las lanzaderas a la explanada alta. Ordenen de una vez por todas ese santuario. El debate, como no puede ser de otra manera, vuelve a estar a la orden del día, pero, en esta oportunidad, con otro nuevo abad - al parecer, la toma de posesión será a partir del 1 de agosto- al frente del Cabildo de Covadonga.
