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Cronista oficial de Parres

Periodistas y mitología

Sobre los profesionales encargados de contar lo que ocurre en el mundo

Alrededor de los periodistas se hacen presentes muchas situaciones y aconteceres dignos de ser llevados al papel. Ellos y ellas "leen" nuestros pueblos con los pies, y el fotógrafo que les acompaña hace lo mismo, viendo tantas cosas que hemos dejado de ver, aunque no pocas veces el que lee, escribe y fotografía es la misma persona. Detrás de su firma, y antes de que su trabajo llegue a nuestras manos, hay otras personas, cada día menos debido al veloz desarrollo de la tecnología digital actual, porque los tiempos en que el mensajero llegaba a recoger el trabajo diario a su puerta, con casco en mano y chaqueta de cuero, han quedado atrás. Mercurio está ahora en el teclado del ordenador transformado en correo electrónico, volando de la antigua mitología a la nueva tecnología. Se enteran de todo -o casi- antes que el común de los mortales, aunque tienen que salir a patearse la zona, no como las antiguas señoritas telefonistas en sus centrales manuales de comunicación, donde eran receptoras pasivas de todo tipo de información... sin moverse de sus sillas.

Aquellos periodistas vocacionales que se toman en serio su oficio tienen un punto en común con los santos, porque los primeros intentan cambiar el mundo con la fuerza de la palabra y los segundos con la fuerza de la oración. Ambos son optimistas por naturaleza, y lo normal es que aquella primera idea de persuasión sobre el lector les provoque una chispa de vanidad que el tiempo hará retornar a la fragua de Vulcano (después de que ésta hubiese sido de Hefesto), evitando así que el "incendio" vaya a más.

Verdad es que los lectores le ponemos después nuestro pellizco de sal y pimienta a la noticia, o se lo quitamos. El periodista sabe que cuando alguien le ofrece la llave secreta del supuesto cofre de la verdad, debe andar con tacto, por si los intereses del dueño de dicho cofre pudieran acabar como la caja de Pandora. No pierde la esperanza de cambiar el mundo y se sabe un privilegiado, porque tiene la suerte de ser los ojos y los oídos de mucha gente, y desde sus artículos, columnas y billetes, por muy fugaces que éstos sean, llega al lector como los griegos pensaban que hacía la mensajera Iris desde su arco multicolor, anunciando un pacto entre los hombres y los dioses que, en este caso, es captar las voces que andan dispersas por su ámbito de influencia y -entre aclaraciones, matices o interrogantes- entregárnoslas, negro sobre blanco, como la novedad de cada mañana.

También es cierto que cada lector escribe su propio artículo todos los días, aunque a veces no lo sepa, porque éste adquiere una fugacidad de vuelo rápido, con Cronos siempre al acecho.

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