El Archivo de Indianos fue -es- una idea espléndida: un centro en el que conservar la memoria de la emigración a América, las pequeñas historias de los hombres, mujeres, niños y niñas que abandonaron su casa, su tierra, a su familia, a sus amistades en busca de un futuro mejor en tierras lejanas. Pero los poderes públicos casi siempre miden los esfuerzos y las atenciones en función de los votos, y un centro como el Archivo de Indianos, levantado en un pequeño concejo con apenas un millar y medio de habitantes, al lado mismo del límite del territorio patrio, no levantaba muchas simpatías. Así que cuando llegó la crisis el cierre estaba a un paso. Hasta que llegaron veinte mecenas, empresarios y empresarias de México: la iniciativa privada, sin esperar nada a cambio, se hizo cargo del Archivo moribundo. ¡A ver si al final van a tener razón los americanos, que son reyes mundiales del mecenazgo!
