El miedo es libre, pero no parece de recibo recalificar toda Oreyana (aunque buena parte sea como suelo de reserva) solo por temor a posibles indemnizaciones. Lo mismo que en el caso de Llanes, no las habrá, porque las cuarenta hectáreas de Oreyana son suelo rústico, no urbanizable. Lo dijo la CUOTA y lo dicen todas las sentencias emitidas en España sobre este asunto en los últimos años. Lo único, si acaso, que se haya cobrado el IBI de manera indebida en estos últimos cuatro años (más allá, prescrito). En ese caso, el Ayuntamiento debe sopesar cuál es el interés general y actuar en consecuencia. Lo importante es no volver a hipotecar el concejo otros veinte años y diseñar un documento que mejore la ordenación territorial y la calidad de vida de los vecinos. Más: la segunda residencia no es un derecho, sino un lujo, y no puede condicionar el futuro de un concejo. Lo dicen los jueces. Y dicen bien.
