Con la Santina como testigo, el consejero de Educación, Genaro Alonso, y el alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González, del PSOE aquel, del PP este, firmaron hace una semana, lejos de cámaras y micrófonos, la "Paz de Covadonga". Un armisticio, al menos, que permitirá el cese indefinido de las hostilidades en torno al futuro edificio del instituto de Cangas de Onís, ese que llegará para sustituir al que va a ser derribado y permitirá que los futuros bachilleres dejen de recibir clases en barracones, como ocurre desde hace tres años. Después de varias semanas de andanadas, acusaciones y desplantes, Alonso y González se dieron la mano y enterraron el hacha de guerra. Quedaron en sentarse y hablar mirándose a los ojos con el firme objetivo de buscar una salida al conflicto que rodea al futuro edificio, que unos quieren levantar en el patio y otros donde está el que se echará abajo. Ojalá lo consigan.
