Los populismos, tan de moda en esta posmodernidad decadente, prometen devolver el poder a la gente y politizan hasta los más ocultos pensamientos. Los dirigentes de esos movimientos dicen hablar en nombre del pueblo y cuestionan cualquier política que no sea la suya. Se creen en posesión de la verdad. Ellos son los únicos que conocen el camino; los únicos que persiguen el auténtico progreso; los únicos que saben interpretar el pensamiento ciudadano. Suelen armarse en torno a un líder, al que los seguidores veneran de una forma pseudoreligiosa y que aspira a convertirse en el único portavoz autorizado del pueblo. Pero suelen dejar tras de sí división, enfrentamiento social, conflictos, odio... Hay muchos populismos, de derechas y de izquierdas, nacionalistas y localistas.... Y tras su desaparición esos males generados suelen tardar en curarse demasiado tiempo. "Al loro", que diría Tierno Galván.