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Un pescador y un mar de daguerrotipos

Cuando se tiene un antepasado inmortalizado por Baltasar Cue

Por caprichosas ocurrencias del destino, la existencia de José María del Rosal Rodríguez está lindando con la iconografía fotográfica de Llanes, como también lo había estado igualmente la de su lejano antepasado Tomai "el Colilla". En su caso es una proximidad "por tubería", pero tan digna de reseñarse como la de "el Colilla".

Del Rosal, que había estudiado mecánica del automóvil en sus años de Formación Profesional, es el vicepresidente de la Cofradía de Pescadores "Santa Ana" (institución heredera del histórico Gremio de Mareantes de San Nicolás, creado en el siglo XIII), y a lo largo de su vida lo que más ha hecho ha sido ir a la mar. A principios de la década de los 80 se enroló en las lanchas "Long John" y "Don Paco", de las que era patrón Modesto García San Román, de la familia de "los Xorobines", y en 2002 adquirió su propia embarcación, la "Virgen de Guía", que patroneó durante bastantes años, hasta que la vendió.

Su esposa, Esther García Fernández, que pertenece a una bien documentada estirpe de fotógrafos llaniscos, constituye la clave del llamativo paralelismo que vemos entre Tomai "el Colilla" y José María del Rosal: es bisnieta de Gregorio García Ovejas, fotógrafo en Comillas a finales del siglo XIX; nieta de José García Arco ("Pepe"), hija de Ramón García Sánchez, que desempeñó su trabajó como fotógrafo de bodas y eventos en el Santuario de Covadonga, y sobrina de José Antonio García Sánchez, autor de la famosísima instantánea del perfil de Cristo, tomada en la costa de Celorio, y estrecho colaborador de su padre, Pepe, en el estudio que ambos mantenían frente al Ayuntamiento. García Arco, a su vez, era sobrino de Cándido García Ovejas (1869-1925), nieto del vallisoletano Macario García Arévalo, nacido en Íscar en 1840 y afincado en Llanes (fotógrafos de primera línea, tanto uno como otro), y primo de María Luisa García, hija de Cándido, la única mujer dedicada profesionalmente a la fotografía en la Asturias de los años 20.

Si Esther está vinculada al sujeto de la fotografía, José María lo está claramente al objeto, al objetivo de la cámara, pues Tomai "el Colilla", ancestro de su madre, fue elegido por Baltasar Cue Fernández para integrar la célebre carpeta "Tipos, fiestas y paisajes de Llanes". Tomai era un niño de la calle y se ganaba la vida como limpiabotas. "Este pillastre andaba siempre a la busca de las colillas que arrojaban los elegantes fumadores, y las colocaba con soltura y desparpajo en la comisura de los labios mientras hablaba indolente; no perdía ocasión para sacar los cuartos a despistados o incautos. Emigró a Cuba, donde se labró una posición desahogada, y no se tiene noticia de que regresara", se nos dice en un catálogo publicado en 1994. Él y los demás seres marginales fotografiados cuidadosamente por Cue en su gabinete, ante un completo surtido de telones de fondo, responden a un "interés por mirar a los seres humanos que se salen de la vida supuestamente normal" (Juaco López), y vienen a significar "una humanidad al margen, pero admitida y asimilada, que servía de contrapunto a la supuesta normalidad del resto de los mortales" (Francisco Crabiffosse). Sus poses y retratos tienen la esencia de un experimento social. Antropología fotográfica en estado puro.

Protagonista de una peripecia vital merecedora de la atención de etnólogos y críticos de arte, al "Colilla" lo tendremos presente este verano en la exposición que está preparando la Casa de Cultura de Llanes para conmemorar el centenario de la muerte de Baltasar Cue. Con el pitillo en la boca, los pies descalzos y la mirada de pícaro cervantino, estará listo para darse a conocer a su pariente José María del Rosal, el marinero que encontró su puerto en una familia llena de fotógrafos.

http://higiniodelriollanes.blogspot.com.es

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