No sé por qué, pero tengo la sensación de que la reforma, ensanche o adecuación del famoso puente Emilio Llamedo Olivera, sobre el río Sella, uniendo a través de las carreteras N-625 y N-634, a la altura del área de El Portazgu, los concejos de Cangas de Onís y de Parres, volverá a ser de pleno uno de los puntos "estrella" de los programas electorales de buena parte de las formaciones políticas que se presenten a las próximas citas autonómicas y municipales de 2019. No quiero equivocarme, pues creo recordar que esa promesa de arreglar el susodicho puente ya es cansina, lleva décadas en el candelero, para la sufrida ciudadanía parraguesa.

Tanto el PSOE como Foro Asturias hicieron suya, en su momento, la vieja e histórica reivindicación que suele saltar a la palestra cada vez que se acerca una nueva edición de la Fiesta de las Piraguas, o bien cuando "huele" a precampaña electoral. Sea como fuere, a un lado las recientísimas y controvertidas polémicas sobre los colores de la enseña de Parres o los retoques en el escudo, el grandísimo problema de la villa de Arriondas es que no tiene un puente en óptimas condiciones, y más siendo el principal acceso a la localidad por las susodichas carreteras de ámbito nacional. Ya basta de que tomen el pelo al vecindario de ese enclave del oriente astur.

Hace apenas unos meses salió en Prensa un boceto sobre cómo quedaría el puente, la singular atalaya de salida del archipopular Descenso Internacional del Sella, una vez acometido el ensanche de las actuales y paupérrimas aceras. Personalmente me encantó aquel proyecto y espero que se haga realidad, con independencia de quien gobierne en Parres, Asturias y Madrid. Basta ya de marear la perdiz en ese asunto que es de vital importancia para la capital parraguesa y, por ende, para la comarca de la ribera del Sella. Aquí, llegados a este punto, no hace falta ganar réditos políticos, para nada, ni socialistas, ni populares, ni podemitas, ni foristas... sino de lo que se trata es de poner toda la carne en el asador para sacar adelante la actuación y saldar de esa forma una deuda histórica en materia de infraestructuras viarias para Arriondas.

El puente Emilio Llamedo Olivera ha quedado obsoleto hace tiempo. Muchos turistas atraídos por el turismo de navegación deben echarse a la calzada cuando caminan desde el casco urbano de la villa hasta la zona en la que tomarán las canoas para disfrutar de unos de los iconos del Paraíso Natural: el descenso del Sella. Poco más que añadir en cuando a la urgente necesidad de acometer ese profundo arreglo, aunque sé que maldito caso harán algunos políticos con tal de buscarle tres pies al gato. Hubo un tiempo en el que había sintonía entre las tres administraciones (local, autonómica y central), todas bajo las siglas del PSOE, aunque poco se avanzó. Después, con las consabidas alternancias en el poder, se desembocó en tiranteces y demás historias. A las pruebas me remito.

Me preocupa esa dilación del espinoso tema, según el color del partido que rija los destinos del Gobierno de España, aún sin visos de sacar p'alante, lo dudo, sus Presupuestos Generales del Estado del presente ejercicio de 2019. ¿Habrán de echarse a la calle los vecinos de Parres para hacer valer sus históricas reivindicaciones? A lo mejor es una de las posibilidades que se podrían valorar, o poner sobre la mesa, para que sus voces sean escuchadas por las altas esferas, sea en Oviedo, en Madrid o en la Conchinchina. La paciencia tiene un límite, excepto para los pasotas de toda la vida. Y en Arriondas, o Les Arriondes, no deberían aguardar a que se den más pasos en falso. ¡Ahora o nunca!