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Crítica / Música

Renacen los vientos

Asturias merece recobrar su festival de órgano que la crisis bancaria abolió sin más explicación, pero al menos Oviedo recupera cada verano parte del legado con estos concierto de La Corte, la antigua iglesia del monasterio de San Vicente restaurada en el XVIII, conjugando soplos mecánicos y humanos con el trío "Audi Alteram" que mueve piedras y árboles en un mundo cambiante, como reza el lema de esta formación hispanofinlandesa de encuentro holandés, para una música instrumental centrada en el siglo XVII donde órgano y flautas alcanzaron unidad tímbrica enriqueciendo aún más el instrumento del templo ovetense, auténtica joya del barroco (1705), "mudo" desde 1950, restaurado por Grenzing en 1988 y que si pudiese hablar daría para muchas y variopintas historias de muerte y resurrección musical. Las diez piezas seleccionadas, algunas adaptadas por esta formación de vientos, se encuadran en el llamado "Stylus Phantasticus" fiel al espíritu de variada paleta expresiva, grandes contrastes y libertad compositiva insólita hasta entonces, con autores de la llamada época de "durezze e legature", disonancias y suspensiones hoy más placenteras que entonces y máxime cuando se cuidó al detalle toda la gama de registros del mejor órgano asturiano capaz de confundirse con las flautas y el bajón (fagot barroco) que tuvo su protagonismo con los ministriles de tantos templos, lengüetas mecánicas y pulmones combinados en obras para demostraciones virtuosísticas donde no faltó elegancia y musicalidad presente en esta emancipación instrumental frente al poderío vocal, trinos, acentos, escalas y cromatismos de todo tipo. De variados compositores se armó un concierto con órgano solo en la "Fantasía" de Sweelinck, sabia elección de registros de menor a mayor dinámica incluida la trompetería, la "Toccata a 7" de M. Rossi que trajo virtuosismo limpio en teclados y pedalero, o la "Gallarda" de Gesualdo cual marcha procesional en tubería segura y afinada de contrates variados, aún mayores y ricos en la sonata de Pandolfi o el tiento de Correa de Arauxo ya con dúo de flautas, o bien usando el bajón hermano gemelo de lengüetería en "Doulce memoire" de Sandrin / Diego Ortíz, más el brillante protagonismo de los fineses en la "Fantasía" de Selma y Salaverde, más empastado y afinado que en el trío "canto e basso". Perfecto la flauta sola de la española en el "Ricercare" de Virgiliano redondeando una completa velada de formas para lucimiento de todos con un amplio despliegue de recursos musicales que hicieron cantar a los vientos.

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