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Crítica / Música

En tres movimientos

La primera obra fue parte de un reestreno en la actualidad, "Los desagravios de Troya", de Joaquín Martínez de la Roca (y Bolea) (Zaragoza, c. 1676-Toledo, 1747), organista y compositor barroco español -al menos debería figurar en el programa la fecha de su nacimiento y muerte, más aún cuando se trata de un compositor muy poco conocido-, una parte de esta música incidental escrita para la comedia "Los desagravios de Troya", compuesta en 1712 en honor del infante Felipe Pedro de Borbón, que fue interpretada por la orquesta reducida con intencionalidad historicista, buen criterio pues; música que sirvió casi como mera introducción al "Concierto para violonchelo en la menor, op. 129" de Robert Schumann, epicentro del programa, interpretado por el solista Damián Martínez Marco. De este violonchelista ha destacado la crítica su sensibilidad expresiva y su exquisito sonido, dos virtudes muy destacadas que, por lo escuchado, ha revalidado plenamente en la interpretación de este Schumann que lo tuvo a él de absoluto protagonista. El acompañamiento orquestal es endiabladamente delicado -adverbio un tanto extraño para este adjetivo-, y tuvo sus más y sus menos buenos detalles, con una pulsación no siempre exacta, orgánica, sí con una búsqueda de una ligereza en la dinámica que, en ocasiones, fue un gran acierto, aunque en otras, por tenue, quedó algo desdibujada, velada. De propina Damián Martínez Marco ofreció la "Courante" de la Suite n.º 3 para violonchelo de Bach, versión personalizada, tempo ligero y articulación liviana, pero no fría o incapaz de afectar emocionalmente. Interesante y delicioso Bach.

La "Segunda" sinfonía de Beethoven ocupó esta especie de segunda parte sin solución de continuidad, esto es, sin descanso. El hecho de que una gran parte de los asistentes aplaudiera después del primer movimiento indica, por un lado, que entre el público -que casi ocupó todo el patio de butacas, únicamente- había muchos aficionados no habituales a los conciertos, lo cual es bueno, muy bueno. No es bueno, sin embargo, que en el programa de mano se prescinda de esta información, de los movimientos de las obras -como así ha sido y no por falta de espacio precisamente-, ya que el aficionado no tiene por qué saberlos de antemano. Quizá no ha sido un programa -la "Segunda" de Beethoven no está entre las más populares del compositor- especialmente pensado para un público diferente en un "festival" -de festivo, de fiesta- de verano. Lo verdaderamente destacable para una orquesta de nivel no es tanto ofrecer un Beethoven muy ajustado, ajustadísimo, quizás es más un grado de virtuosismo en la plasmación, por ejemplo, de la dinámica -que en sinfonías como ésta es casi un elemento de articulación en sí mismo- o la articulación, especialmente cuidadas. Sí hubo, hay en Conti, un interés y preocupación por la dinámica general, y en ocasiones ofrece algunas delicadísimas, con pianísimos extremos, efectistas, pero en otras ocasiones el mismo equilibrio de los planos dinámicos, por ejemplo, entre la cuerda y el viento -o en la propia cuerda en el transcurso y desarrollo de todo un movimiento- no están siempre controlados al mismo nivel.

En obras de repertorio cuesta ofrecer algo diferente, en cuanto a la expresión y al control sonoro global, es la cara y cruz de las obras de referencia que, a su vez, tienen interpretaciones de referencia, pero sigue habiendo un espacio grande -aunque no infinito- entre la comparación y la semejanza, o entre comparación y semejanza, si se quiere. El concierto estuvo dedicado a la memoria de la madre del maestro Marzio Conti, recientemente fallecida.

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