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Crítica / Teatro

"El eunuco" o la magia del exceso

Érase una vez la revista española y érase una vez un país España que la dejó atrás olvidada y silenciada por los nuevos tiempos, por la necesidad de contar y expresar en libertad?. Y esa libertad buscada durante décadas la encontramos hoy en "El eunuco", y uno parece saludar otra vez a los genios del humor español, ese humor nuestro, sentido, carente de complejos y de pronto un clásico nace y se hace y no se moderniza porque moderno siempre lo fue y se canta y se baila y sobre todo se ríe y se celebra. Un prólogo certero con una maestra de ceremonias única nos adentra en una historia que no importa, porque la seguimos nos cuente lo que nos cuente y hay personajes y personas y una vez más está lo nuestro. Esta vez es Pepón Nieto, en excelencia, quien nos acerca a Valle-Inclán y a su Don Friolera y es entonces en su presencia con escenas de guiñol donde nos damos cuenta que el exceso es hermoso y que un actor que construye un personaje farsesco nos gana y le queremos y deseamos verle y que vuelva, porque ahora y siempre el teatro es un acto de exhibición de poderes y Pepón y sus compañeros los tienen y muchos. Las coreografías parecen fáciles porque son muy buenas y otra vez nos suena a cabaret, a revista y hablan de amor y dan ganas de bailar y de abrazarse. Y es que "El eunuco" es un cóctel, y según lo vas bebiendo encuentras nuevos sabores y los reconoces porque en algún sitio, en algún momento, los has probado, pero no unidos. Mezclar bien es el secreto del éxito. Así que señoras y señores pasen y vean porque el espectáculo merece, y mucho, su aplauso.

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