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La mar de Oviedo

Opio

Poco sospechoso de sedentarismo, me creo legitimado para darle la enhorabuena a José Antonio Cecchini Estrada por su conferencia inaugural del curso universitario, donde puso en solfa la sobrevaloración del deporte en nuestra sociedad. Desmonta eso de la nobleza del deportista extrapolada a otros órdenes de la vida, que ayuda a solucionar conflictos morales, que desarrolla la capacidad de cooperación, el autocontrol, la constancia, la justicia, el juego limpio y, en fin, que modela el carácter buenamente; no es cierto, dice Cecchini, y además suele ser contraproducente. Y digo yo: también el bingo nos disciplina. El deporte inmoderado, con records o sin ellos, perjudica la salud, desgasta y acaba antes de tiempo con un organismo concebido en apoyo a la inteligencia y no al revés. El deporte es una droga, y practicarlo sin prescripción, como adorarlo, puede baldar.

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