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Crítica

Fado y poesía, arte y contraste en Bueño

Bueño siempre se me presenta como una aldea muy bonita, auténtica y real, pero a la vez algo mágica. Sin que nada haga suponer un cambio, frontera o intervalo se pasa de una geografía de suburbio, influido del todo por la actividad industrial de la central térmica, entre maquinarias, torres del tendido eléctrico y rumores de turbinas a un paisaje verde, tranquilo, apacible, de maizales, prados, huertos y hórreos, entre callejuelas y quintanas con casas recoletas, cuidadas con mimo por sus ochenta habitantes.

Esta mezcla y este contraste geográfico-social de alguna manera se proyecta en sus Certámenes de Pintura Rápida, de Conciertos de Jazz y más recientemente, aunque ya son cuatro años seguidos, de Noches de Fado y Poesía. La mezcla de fado y poesía es un mestizaje muy apropiado, porque el fado es poesía musicada y la poesía siempre tiene algo de música.

En esta noche que nos ocupa también estuvo claramente presente la mezcla y el contraste, en una fadista apasionada pero que trabaja a pleno empleo como farmacéutica y cuida su familia; y en un poeta que es de San Martín de Teverga, pero que tiene nombre francés. La primera cantó con aires de los campos alentejanos los temas musicales de la ciudad de Lisboa. Y en su repertorio de fados castizos presentó el contraste entre los llenos de saudades -el Menor, el Bailado, el Primavera, por poner algún ejemplo- y los fados rebosantes de alegría, como "Maria Lisboa", "Montemor é praça cheia" ("Montemor es plaza llena", con referencia a las corridas de toros de las fiestas de su ciudad) o el que ella misma compuso con el título "Alegría de viver".

Inès Villa-Lobos llenó el escenario -y el pasillo, pues al final se fue con el público a cantar sin micrófono- con su espléndida presentación de figura alta, cimbreante como un junco, su pelo adornado con flores, el traje largo encarnado y el tradicional chal de encaje negro. En la primera fila, su marido, Luis, le hacía fotos o videos con un entusiasmo medido, quizá diciendo para sus adentros que "tens bonita figura", como también dice un fado clásico. Los músicos estuvieron a la altura e hicieron hacia la mitad del espectáculo una guitarrada de "Variaçoes" que entusiasmaron a un público que abarrotaba la sala y respondíó con un aplauso muy notable.

El escritor Celso Peyroux estuvo cercano, sencillo, emotivo y oportuno con su selección de poemas de García Lorca, Neruda, Antonio Machado, Campoamor, Pessoa y otros clásicos modernos, así como de una pequeña selección final de versos propios. Los presentó y leyó en dos tramos de un cuarto de hora entre otros tres de los fadistas. Fueron titulados con los lemas de "esperanza", "dolor y muerte", "amor" y "alegría"; y con ellos también recordó y de alguna manera homenajeó a un amigo que durante años antes le acompañaba en actos similares a este con música de su guitarra. Y en esta ocasión lo hicieron los músicos portugueses, con temas de guitarradas fadistas o de Albeniz y Andrés Segovia, muy aecuados.

En fin, una noche bien aprovechada, emocionante, bella, enriquecedora y compartida por un centenar y medio largo de personas, que seguro que tendrán el propósito de repetir el año que viene.

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