La apuesta cultural, que durante tantos años han respaldado los gobiernos municipales del partido popular, tiene en la temporada de ópera uno de sus exponentes más relevantes de los que puede hacer gala Oviedo. Se trata de una realidad de enorme importancia económica no sólo para nuestra ciudad, sino para Asturias. De forma directa, la última temporada ha supuesto para las arcas públicas casi un millón de euros frente a unas subvenciones que totalizan 766.000 euros. Estos datos, evidencian que los fondos públicos revierten en la sociedad como fuente de ingresos para la administración, generando más de cincuenta empleos directos sin contar la contratación artística por producción.
Sin embargo, mientras los ingresos propios de la temporada (30.000 espectadores al año) han experimentado una tendencia estable en los últimos 5 años, los patrocinios y las subvenciones han retrocedido por encima del 50%. No ha sido el caso del Ayuntamiento de Oviedo, principal financiador y cuya aportación apenas se ha reducido en dicho período. Bilbao, Sevilla, Valencia y Barcelona, cuentan además con sus respectivas diputaciones provinciales como fuente de financiación, lo que sitúa a nuestra temporada en desventaja competitiva y muy dependiente de los ingresos de taquilla.
Pero la ópera también rentabiliza las subvenciones de forma indirecta e inducida, con una contribución de más de cien empleos. Entre los efectos indirectos caben destacar los gastos de transporte, alojamiento, hostelería, comercio, entre otros. Téngase en cuenta que un tercio de los socios residen fuera del municipio, siendo cada vez más numerosos los grupos organizados visitantes. Los efectos inducidos se refieren a las repercusiones que se difunden al resto del sistema económico producto del efecto multiplicador que poseen tanto la propia temporada de ópera como los gastos derivados de los efectos indirectos.
Algunos estudios han observado un retorno económico de hasta cuatro euros por cada euro de subvención. Adicionalmente, como han constatado investigaciones recientes, el empleo indirecto e inducido que propicia un incremento de la inversión en cultura repercute positivamente en la reducción de la deuda viva de los ayuntamientos, pues tal creación de empleo se vislumbra como variable significativa para que las empresas continúen desarrollando su actividad.
Pero además, la ópera de Oviedo es una gran embajadora cultural de la ciudad, pudiendo destacar las 19 producciones en el extranjero, lo que también representa un destacado valor económico para la imagen de Oviedo y de Asturias. Junto con el retorno económico y social antes aludido, habría que considerar el coste de oportunidad de no haber invertido en esta iniciativa.
Es razonable que las distintas administraciones que respaldan y potencian la actividad musical incrementando las posibilidades de elección de los ciudadanos, exijan un mínimo de garantía para que los fondos públicos invertidos retornen a la sociedad. En el caso de la ópera de Oviedo, sobradamente así sucede. Por ello, también es de justicia que los ciudadanos exijan a aquéllas que consideren su impacto económico para dotarla como se merece. Desde el grupo popular de Oviedo, instamos a los gobiernos de las diferentes administraciones a que la apoyen en sus respectivos presupuestos, poniendo en valor su rentable impacto económico.
