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Concejala del PP

La cultura no se improvisa

La labor del PP con la música que recoge ahora el nuevo gobierno de la ciudad

Bueno sería acostarse ignorante y levantarse sabio, bueno sería que las ciudades sin actividad cultural consiguieran en una semana ser referentes mundiales para músicos, cineastas, pintores o escritores, pero la realidad es otra. Los procesos culturales exigen altura de miras y paciencia, son caminos largos. Sin embargo, deshacer lo andado, volar la senda, es labor que lleva escaso tiempo.

Oviedo no es culturalmente el desierto que algunos pretenden hacer ver, ni es tampoco fruto de una casualidad. La ciudadanía ovetense demostró a través de la historia saber asociarse, defender y potenciar actividades de su interés: así surgen y perviven hasta el presente sociedades, como la de Amigos de la Ópera y algunas centenarias como la Sociedad Filarmónica, que se han encargado de señalar a los representantes políticos el valor de sus propuestas y la demanda social existente sobre las mismas.

Si la música tiene el peso que tiene dentro de la sociedad ovetense es porque así se ha reclamado históricamente y esa solicitud ha sido atendida. Así el Ciclo de Conciertos del Auditorio y las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni", los festivales de Danza, de Teatro Lírico Español y el de Verano -con mayoritaria presencia de artistas locales-, o los Premios Líricos " Campoamor" son firmes apuestas del Partido Popular. Esto, unido a la creación de la Orquesta Oviedo Filarmonía, de la Banda de Música y la de Gaitas, la construcción del Auditorio, el mantenimiento del Teatro Campoamor, la reforma del Teatro Filarmónica, y otras construcciones de pequeño formato como el Teatro Pumarín, la red de centros sociales, bibliotecas municipales o el Centro de Música Joven "Pedro Bastarrica" -que permiten una continua actividad cultural de proximidad en los barrios-, han conformado las infraestructuras necesarias para conseguir que una ciudad del tamaño de Oviedo esté plenamente integrada en los circuitos musicales de primer nivel internacional y, a la vez, potencie el tejido productivo propio y sea considerada hoy como modelo de gestión cultural.

Los poderes públicos tienen que promover que la cultura sea realmente un derecho y eso se consigue invirtiendo en acercar la excelencia a la ciudadanía. Es la única manera de evitar que la cultura pertenezca en exclusiva a una clase adinerada que pueda pagar billetes de avión, hoteles carísimos y entradas a precios estratosféricos para ver a músicos de la categoría de Muti, Gergiev, Sokolov, Bartoli y tantos otros que afortunadamente ya han visitado nuestra ciudad. El mismo razonamiento justifica el apoyo a los Premios Princesa de Asturias, pues tanto las actividades que se organizan con los galardonados como su "Escuela Internacional de Música" permiten a los ovetenses conocer y aprender de los mejores. De la confluencia entre los grandes maestros internacionales y nuestros artistas locales nace un intercambio que nos enriquece como sociedad.

Al nuevo gobierno de la ciudad le toca discurrir para seguir aportando. Los cambios de gobierno no han de significar tirar por tierra lo hecho anteriormente si bien hecho estaba. En las ciudades europeas de mayor nivel cultural, la clave está precisamente en la estabilidad de los procesos culturales, en su crecimiento pautado con rigor, con protagonismo técnico en la programación, con consenso y voluntad conjunta de construir sin sectarismos. Esa ha de ser la meta.

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