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Entre el evento cultural y "La escopeta nacional" del Ibex 35

Separar la cultura del fasto privado es el enfoque correcto de la polémica sobre los Premios

Los premios "Princesa de Asturias" son un gran evento cultural en el que desgraciadamente parece que lo que menos importa es la cultura. Y es que la cultura parece haberse convertido en la excusa perfecta para la ofensiva de un PP en apuros y necesitado de cambiar el eje de la discusión política municipal. Que la vicealcaldesa de la ciudad y los concejales de Somos Oviedo e IU decidan ausentarse de una ceremonia privada de una fundación privada, por aquello de que son republicanos las 24 horas del día, y no sólo en la intimidad, no debería escandalizar a nadie en un país normal. Que se le pida a la Fundación Princesa de Asturias que, como cualquier otra entidad, presente un proyecto concreto y detallado, no es un ataque "sectario y rencoroso", sino un ejercicio elemental de transparencia y de justicia e igualdad en el acceso a las subvenciones públicas. Que los representantes del gobierno municipal no consideren a la Fundación Princesa de Asturias una de sus prioridades no significa ni que los premios estén en peligro de extinción ni que se vaya a dejar de colaborar con aquellas actividades culturales y abiertas que sean de interés. Muchos ovetenses nos sentiríamos decepcionados si "el cambio" consistiese en tratar con la misma generosidad que el PP o Javier Fernández a una fundación privada donde se da cita lo más selecto del Ibex 35, y que utiliza este evento para mejorar e intensificar sus relaciones con la monarquía y la clase política, cual cacería de "La escopeta nacional" de Berlanga, en versión 2.0. Y es que como en 2013 reconocía de modo anónimo un patrono de la fundación en un reportaje de la revista La Marea, las donaciones anuales son básicamente "un ticket para sesiones privadas con el rey y con grandes empresarios".

Creo por lo tanto que un enfoque correcto de la polémica exige separar claramente lo que hay de evento cultural, que puede ser apoyado con dinero público, y lo que hay de fasto privado. La ciudadanía puede contribuir a hacer posible un acto con Francis Ford Coppola, pero en ningún lugar está escrito que esté obligada a pagar ni una ceremonia elitista ni la gran fiesta de la monarquía y de una fundación que tiene a patronos del nivel de Juan Miguel Villar Mir, César Alierta, Ana Patricia Botín, Florentino Pérez o Fernando Masaveu, los cuales desgravan además un 20% por sus contribuciones. Que haya un delegado del Gobierno preocupado por "ocultar" una concentración ciudadana en la plaza de la Escandalera y no por la presencia en la corte de Felipe VI de unos cuantos patronos vinculados a los papeles de Bárcenas, la lista Falciani de evasores fiscales y la estafa de preferentes da idea del bajo nivel de cultura democrática y del clima de tolerancia hacia la corrupción que aún se respira en las instituciones de este país. Paciencia.

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