La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Otero

Libertad sin ira

Las posturas enfrentadas respecto a los premios "Princesa de Asturias" y la manera de expresarlas

Qué pensaría un extraterrestre que se dejara caer por Oviedo el pasado viernes? Lo imagino paseando por ahí como Gurb, el gracioso alienígena creado por Eduardo Mendoza, que callejeaba por Barcelona bajo distintas formas. Me gustaría saber qué pasaría por su cabeza si, por ejemplo, movido por su cósmica curiosidad, se acercara a observar a los terrícolas reunidos en lo que supondría un acto importante. Bajo forma humana, el observador objetivo, contemplaría miles de personas en torno a un magnífico teatro deduciendo que, sin duda, algunos de los que entraban debían ser humanos importantes. Quizá le sorprendiera un poco más el hecho de que, mientras unos aplauden a rabiar y exhiben banderas bicolores, unos metros más allá, otro grupo vocifera, pita y enarbola pancartas y banderas diferentes. Con hábil deducción llegaría a la conclusión de que unos y otros carecen de sintonía alguna. Habría que explicarle que ese fenómeno que contemplaba se llama diversidad de opinión, de pensamiento, divergencia; en resumen: libertad. Algo por lo que el ser humano ha luchado sin descanso. Se atribuye a Voltaire (no sé si acertadamente) la frase: "no comparto tus ideas, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarlas". Así es. Pero la libertad sin responsabilidad de poco sirve. La responsabilidad que tenemos cada uno de que, en su ejercicio, no atente contra la de otro. De no imponer "mi verdad". De no creernos posesores de la razón absoluta. De no insultar. De no manipular interesadamente para arrimar el ascua a mi sardina... Quizá en ese sutil equilibrio estribe la dificultad. Y por encima de todo, el respeto a la ley. Nos guste más o menos. Es así. No puedo hacer lo que me dé la gana y campar (o acampar) a mis anchas. No.

Sería difícil de explicar al visitante galáctico que en este país anduvimos a palos no hace tanto. Si algo hay que sacar en claro de nuestra historia es la necesidad de aprender de los errores. Y no volver a cometerlos. Creo con San Agustín que el pasado ya no es y el futuro no es todavía; por tanto, solo tenemos el ahora. Ese presente en el que debemos de convivir y esas libertades que nos hemos dado y que hay que cuidar como oro en paño.

Le recitaría a nuestro visitante una de las delicias del Quijote: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida"

Educación. Diálogo. Encuentro. Concordia... No es poco lo que podemos perder. Y mucho lo que merecemos ganar. Con libertad, todo. Sin libertad, nada.

Cuando en este país se empezó a recuperar buena parte de la libertad perdida, había una canción del grupo onubense Jarcha que casi todos recordamos: "Libertad, libertad, sin ira libertad". Ésa es la cuestión (Hamlet dixit).

Quizá, después de todo, nuestro estelar amigo se vaya sin pensar de los terrícolas lo que Obélix de los romanos: están locos.

Pues eso.

Compartir el artículo

stats