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Javier Morán

"La vista no se fatiga"

Cuentan que el señor Cartón fue el último campanero de la Wamba, la campana más antigua de Europa -del mundo, por tanto-, que aún permanece en estado de revista, y, acaso, de toque, en su lugar correspondiente, la torre de la Catedral de Oviedo. Después de que el señor Cartón se retirase, a la Wamba le aplicaron diversos mecanismos para azuzarla, pero el tiempo la ha silenciado a causa de una molesta fisura. En una estación de bomberos de EEUU tienen una bombilla que lleva encendida 90 años y la tratan como un tesoro nacional. La Wamba cumplirá ocho siglos en 2019 y es tan sólo uno de los elementos señeros del "poema romántico en piedra" ante el cual "la vista no se fatiga", según solemne descripción de Clarín en "La Regenta". Subir a la torre de la Catedral supone, en primera instancia, imaginarse al Magistral, Fermín de Pas, haciendo rozar su manteo en la estrecha escalera de caracol de 120 peldaños que conduce a ese inigualable espacio de la última terraza, justo bajo la flecha tejida con roca de Piedramuelle, denominación que delata justamente porosidad y que explica cómo la torre temblaba cuando Rocío Jurado -o cualquier otro- cantaba con sonido amplificado en la plaza de Alfonso II. El grueso libro de la torre de la Catedral de Oviedo aún no ha sido escrito, pero contendrá capítulos de rayos y centellas, catalejos del Magistral, bombardeos, equilibristas, ocupantes de Duro Felguera o una meticulosa restauración que aún ha de repasar la planta del reloj, de Wamba y de sus compañeras. Entre tanto, el programa de visitas guiadas a la torre ha sido una magnifica iniciativa del Cabildo y de los responsables culturales de la Catedral. Las condiciones de ascenso obligan a reducir el grupo de privilegiados, pero esa circunstancia equipara a la torre con las joyas verdaderamente valiosas, que requieren paciencia para ser conocidas (Altamira, Muniellos, etcétera). Allí, la vista no se fatiga y las piernas padecen lo justo necesario antes de la satisfacción.

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