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La mar de Oviedo

Veroño

Florecen el manzano de mi casa y las camelias, hoy vi en Latores castaños en flor y las lubinas cambian de sexo al calor de la escollera en Los Quebrantos. Poco me gusta la palabra veroño para hablar de este otoño caluroso que, más que el fin de año y las uvas, anuncia piescos y golondrinas; veroño tiene mala rima, recuerda a las Misioneras de la Caridad que recibía en el claustro un arzobispo: "Las monjitas de Palma te ofrecemos el alma", decía una abadesa, besándole el anillo pastoral; "Las hermanitas de León te ofrecemos el corazón"..., lo besó otra, y enseguida monseñor, muy nervioso, se dirigió al asistente para advertirle: "¡Cuando lleguen las de Logroño, pásamelas al despacho!". En fin, con estos aires sureños la Naturaleza se trastorna, se amestan la izquierda y la derecha y uno ya no sabe, vote a quien vote, si el domingo entrará la primavera o el invierno.

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