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La mar de Oviedo

Matorral

El fuego y los incendiarios nos calcinan los bosques abandonados, y los que no, el monte bajo y sus matorrales y cerca le anda de quemar las casas y a los caseros. Más que mangueras, necesitamos un servicio de inteligencia para saber qué se cuece en el monte, un servicio mínimo de inteligencia mínima. Bastaría con que recorrieran la Asturias rural, o sea, que recorrieran Asturias, sin bajarse del coche siquiera, y que se detuvieran de vez en cuando a la entrada de un bar, con la ventanilla bajada, sin meterse en conversaciones, limitándose a escuchar buenamente lo que malamente se comenta en todas partes: el abandono del campo y del bosque, el crecimiento descontrolado, sin aprovechamiento e impenetrable, salvo por el jabalí y las llamas. Pasead por la falda del Naranco, no hace falta ir más allá para saber que si no lo explotamos bien, explotará mal.

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