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la ciudad y los días

La sinrazón de recuperar viejos rencores archivados en la historia

Sobre el inconveniente revisionismo del callejero local

Cálido atardecer agosteño de 1936 en el calmado frente ovetense de Los Solises. Languidez en las trincheras de atacantes y defensores. De pronto, un megáfono de los sitiadores rompe la monotonía para proponer un intercambio de prensa y tabaco. Tras dudas y cautelas, es convenido un encuentro con bandera blanca de dos hombres desarmados por cada bando a mitad de la tierra de nadie, operación que será cubierta desde las posiciones.

El momento es de enorme intensidad emocional como si de pronto se descubriera que los enemigos son de carne y hueso. Tímidos saludos, recelosos apretones de manos y el sorprendente descubrimiento de dos viejos amigos que se encuentran: el falangista Elías y el oficial republicano Kid, antiguo boxeador local de los semipesados. Elías Lucio inicia un diálogo sin desperdicio:

-¿Qué nos pasa, Kid? ¿Por qué nos matamos?

-¡Maldita sea, Lucio! ¿Quién tiene la razón?

-Yo te lo diré, amigo mío: será el que pueda más.

-Mejor sería ventilarlo a puñetazos como en las viejas veladas del Palais, ¿no te parece?

-Kid, no vais a ganar. Vente con nosotros, yo te avalaré.

-Lo siento, Elías, enfrentemos la realidad: soy responsable de estos hombres. Pero, pase lo que pase, tú y yo siempre seremos amigos. Y puede que algún día?

-Sí, Kid, puede que algún día?

Tras el intercambio de periódicos, chicles y cigarrillos, el encuentro termina con un apretón de manos de los abanderados y un largo abrazo entre Kid y Elías antes de retirarse a los parapetos. Los amigos de siempre retomaban el deber de tirar a matar. ¿No parece absurdo?

Viene al caso esta escena, lejanísima en el tiempo -80 años nos contemplan-, para ilustrar de algún modo la sinrazón de recuperar antiguos rencores que en la Transición habíamos dado como definitivamente archivados en la historia. Absurdo afán de resucitar ahora aquellos viejísimos recuerdos históricos, artificiosos y caducos como el caso del inconveniente revisionismo del callejero local.

Redundante además por estar concluido hace siete años con el dictamen de una comisión plural y no monocorde creada en el Ayuntamiento, en la que estuvo también la cronista de la ciudad, y de cuya Corporación Municipal de entonces formaban parte por lo menos dos concejales socialistas muy significados y cuya oposición no hay noticia de que se hubiera puesto en práctica.

Pero la respetable población ovetense no es sólo de izquierdas. El Ayuntamiento se entiende que es de todos y para todos. Por ello, esa revisión de la revisión tendría que incluir, en todo caso, no solamente los nombres de una serie de calles dedicadas a personalidades destacadas de la derecha, -incluido algún defensor de Oviedo, también de derechas, que en la ocasión anterior fue salvado por la campana en razón de parentesco- sino la docena de los de la izquierda de entonces, como Teodomiro Menéndez e Indalecio Prieto.

En cualquier caso, la nueva Comisión creada hará bien en mantener informada de sus sesiones a la opinión pública ovetense.

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