Es de agradecer que el doctor Rosón, edil de Somos, haya realizado el intento de justificar la separación entre el Ayuntamiento de Oviedo y la Semana Santa católica apelando a "la laicidad del Estado". La pena es que sea un argumento infundado. Vamos a dejar de lado que el concepto de "laico/laicidad/laicismo" funciona confusamente por oponerse semánticamente a "miembro del clero", pero lo que no puede disfrazarse es que España no es un Estado de laicidad sino aconfesional.
El término "aconfesional" también complica las cosas. Preferiríamos el de "neutralidad" o algo semejante, es decir, una expresión simple y sin rimbombancias intelectualoides como las que aquejan a "democracia" o a "constitucional", que para nosotros no son más que mecanismos suficientemente útiles.
Pues bien, en un Estado "neutral" sucedería que el individuo, laico o no, estaría protegido de las irrupciones excesivas del clero cristiano, del rabinato judío o del imanato musulmán, pero también lo estaría del laicismo y sus tentaciones fundamentalistas (cada vez más obvias). Dicho de otro modo, el doctor Rosón nos protege de que el catolicismo vaya del brazo del Ayuntamiento, pero ¿quién nos protege de que Rosón vaya de la mano de la laicidad del Estado, aun cuando no existe legalmente?
Volvamos entonces al hecho de que España no se define como Estado de laicidad, ni esgrime el principio de separación total con las confesiones religiosas (que es el modelo francés de 1905, y que, dicho sea de paso, fue y es muy beneficioso internamente para la Iglesia católica y, de modo paradójico, externamente para el Islam, pero no para la propia Francia).
En cambio, la Constitución española habla de un principio de "cooperación" entre el Estado y las confesiones religiosas -con obvia preferencia para la católica-, lo cual constituye un principio lo suficientemente simple y desnudo de delirios ideológicos como para no causar demasiados problemas.
En consecuencia, lamentamos de veras que el tripartito que gobierna el Ayuntamiento de Oviedo decida romper la cooperación. Pero mucho más lo lamentaremos si ha sido por falta de visión y de sentido práctico, o por precipitación, o por traer las maletas demasiado cargadas de ideas complicadas.
Oro miembro del tripartito, la edil Cristina Pontón (IU), ha explicado que la no cooperación es un signo de que "el nacionalcatolicismo de Gabino de Lorenzo es un tiempo pasado que jamás será mejor". Esta idea nos parece atractiva, sobre todo por lo que le toca al Arzobispado. Volveremos sobre ello.