El campus del Cristo es epicentro de un diálogo interreligioso en busca de la doctrina universal. Lo de Sánchez, en su intención de formar un singular gobierno plural, pero mayúsculo; Dios uno y trino; o aquella idea del esperanto, o aquel cisma que ensartó mil papas: Urbano VI, Clemente VII, Benedicto XIII, Bonifacio IX, Inocencio VII, Gregorio XII, Martín V..., a ver quién era más papa. El Cristo acogería con los brazos abiertos un pensamiento transversalísimo para unificar doctrinas que, por lo común, son excluyentes y de vocación universal: católicos, ortodoxos, milenarios, protestantes, judíos, conformistas, mahometanos, budistas, taoístas, neopaganos, confucionistas, sintoístas, zoroástricos, isíacos, hinduistas, levíticos, panteístas, brahmanes, islamistas, dualistas, politeístas, mediopensionistas... ¿No sería bastante con meterlos en el diccionario?
La mar de Oviedo