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La ciudad y los días

Primero lo principal y más tarde lo accesorio

Por la solución de problemas por parte del tripartito sin inventarse otros nuevos Una reflexión episódica sobre el quehacer diario municipal

Más que en los sedicentes placeres que al parecer el ejercicio del poder local produce en el señor Alcalde de Oviedo, yo pondría el acento en el efecto previo al cotidiano acontecer que, según propia confesión, él mismo experimenta con el desayuno como estimulante principio de incertidumbre: "¿Qué pasará hoy?"...

Tiene mérito porque el señor López ha esperado por el cargo casi un tercio de siglo como concejal de a pie; con la ventaja, si así se puede hablar, de asumirlo ahora a una edad provecta y de contar, de paso, con las asistencias, si bien inestables, de quienes con él mismo forman un tripartito a la romana. Prometedora disposición que contribuirá a interpretar a beneficio de inventario algunas alusiones ciertamente ásperas hacia la gestión municipal como las que firmaba doña María Juana Asunción García aquí mismo este domingo. Un fuerte alegato contra el señor alcalde a quien deja tan hecho unos zorros que casi da pena de don Wenceslao.

La enérgica comunicante, tras admirar las escatológicas disposiciones del primer edil, compara el ambiente tripartidario con el del camarote de los hermanos Marx. Todo un memorial de agravios el de doña María Juana, relacionado con el hosco tratamiento oficial dado por el Consistorio local al presupuesto, la Fundación Princesa, la Iglesia, la Semana Santa, la hostelería, los congresos, el comercio y hasta "todo lo que se mueve en la ciudad".

Juicio sin duda severo, pero que estoy seguro comparten muchos ciudadanos que valoran a la baja el rendimiento de la Corporación, más inclinada parece a dejarse llevar por ocurrencias que por la resolución de los verdaderos problemas que afectan a los ciudadanos. Con la percepción, por otra parte, de que el tripartito ovetense lleva en sí mismo el germen discordante que deriva tanto de su diversidad ideológica como de la bisoñez política de al menos dos de sus integrantes.

Todo ello, puesto de manifiesto en la falta de un auténtico diseño de una política local coherente y eficaz que afronte el cotidiano reto de los asuntos municipales y la solución de los problemas pendientes sin inventarse otros nuevos. No hay más que repasar las explícitas intenciones de la Alcaldía sobre cualesquiera de los problemas que eventualmente le puedan ser planteados y cuyas respuestas no andan lejos de ser vanos futuribles sin consistencia: esto se va a resolver, eso está en estudio, aquello ya se verá?

El último ejemplo de estas políticas de ocurrencias eventuales para la galería sería el innecesario apoyo a la lengua asturiana, con cursos, rotulación bilingüe, planos, folletos, mapas y valoración como mérito laboral y puntuable en los aspirantes al funcionariado local. Un exceso por lo menos aplazable en ese intento de hacer de la llingua un idioma homologable, sincrético y académico, distante del entrañable bable de Cabal, Novo Mier, Delestal o García Oliveros y, si se me permite, Alarcos Llorach, de lo que quisiera opinar en otro próximo artículo.

Viniendo a lo primero, entiende el comentarista que remansar el quehacer municipal en objetivos marginales sin afrontar lo principal e inexcusable, sería un vano empeño. Así tiene uno la tentación de interpretar la actitud del Alcalde cuando plantea la tarea cotidiana como un aleatorio juego de parchís con un frívolo: "¿Qué pasará hoy?"?

No se puede ser más explícito.

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