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Con vistas al Naranco

La primavera que entró confundida

Una reflexión sobre la voluntad de renacimiento de personas y pueblos

Fue el titular en última de un artículo de Marcos Palicio en este periódico hace días.

Es aforismo poético, de acentos casonanos por el genio simbolista de Besullo.

Susana Ribera, la viuda de Ángel González, optó por un sugerente verso para la Antología póstuma del gran poeta que editaron Visor y Alsa,"La primavera avanza".

Las estaciones, pero sobre todo la primaveral y el otoño,suelen ser asiduo recurso literario, político y generacional. "La primavera de Praga" no fue ajena a un intelectual impactante que conocimos en Oviedo,Vaclav Havel,y a un malogrado eslovaco, tristón en su epidérmico,melancólico y abrupto eurocomunismo, Alexander Dübceck, circunstancialmente al frente de Chequia, de la que se separaría.

Aquella primera primavera de más allá del Muro de Berlín -¡qué bueno Spilberg recordándolo en "El Puente de los espías"!- se ahogó en un contra cultural invierno agosteño y, cuando volvió a brotar, sus impulsores, incluido Kundera, el de la levedad del ser, optaron por "revolución de terciopelo" para no confundir. Nada más de primaveras. Un personaje de Osvaldo Dragún ("El hombre que se convirtió en perro") asegura, lacónico:"¡Yo nunca tuve primaveras!".

Pero no es ni puede ser así, la fuerza de la primavera mueve imparablemente; abre flora y fauna. En Túnez, en el Sahara, en El Cairo... comenzaron una errática primavera árabe. En un juicio militar de Rabat presencié el terrible desafuero represivo contra el Campamento de la Dignidad, Gdaim Izik, de unos jóvenes,víctimas de una primavera que "no avanza".

Hay un personaje de Mario Benedetti al que su madre, que había querido morir escuchando las Estaciones de Vivaldi, enseñó a sustituir el maniqueísmo bueno/malo por primaveral, de forma y manera que siempre llega la esperanza. José Ángel Valente veía a Benedetti un poco simplón, pero a mí me siguen interesando ambos escritores por encima de sus supuestas abismales diferencias.

César Vallejo hizo versos muy afamados sobre su muerte parisina,"un jueves, con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo". Sin embargo, intuía que sería otoño, mientras, muy luego, Nicanor Parra trasladó la premonición al azul de primavera en el que "moriría de poesía". Alfredo Kraus, tan del Campoamor ovetense, al final de su larga carrera revivía con el soplo de la primavera del joven Werther.

La primavera, como la paloma de Alberti, se confunde, en efecto. Menos, en cualquier caso, que la insólita nieve de este año en Arabia Saudí.

Acierto pleno de este periódico titulando sobre una cautelosa y avanzada realidad, aunque además de estación y de metáfora sociopolítica es, y seguirá siendo, una benéfica ilusión, insustituible y necesaria.

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