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Economista

Ante la muerte de un amigo

Tras el fallecimiento de José María Fernández del Viso, exconcejal del PP en el Ayuntamiento de Oviedo

Ha muerto José María Fernández del Viso. De pronto recordé, al enterarme de su fallecimiento, de aquello que escribió Cela sobre cómo era, según él, un señor de derechas en su artículo "Mi tercer pateo", publicado en "Arriba" el 17 de enero de 1950: alguien "conspicuo, algo burro, serio, ordenancista, que a todo más llegaría a ser vocal de Cultura de una pía asociación, o por lo menos bibliotecario o tesorero de una corporación de antiguos alumnos, pudiendo profesionalmente ser el inspector del Timbre y alguna vez mantenedor de juegos florales". Pues bien, en mi larguísima etapa de relación con José María Fernández del Viso, desde que nos conocimos en una lejana contienda electoral, en la que él me respaldaba con reseñas de mis intervenciones en mítines en la cuenca minera, en Avilés, en Gijón, en Oviedo, en mil villas del Principado, desde "La Voz de Asturias" hasta una larga conversación en La Granda, a finales de agosto de 2015, tendría que catalogarlo en esa línea ideológica que se denomina de derechas, ésa en la que se encuentran en Asturias desde Mon hasta Álvarez-Cascos, pasando por Fernández Ladreda y Yela.

¿Qué es lo que hacía que Viso y estas personas tuviesen cosas múltiples en común? En España, en primer lugar, ser católico y practicarlo con todas las consecuencias. Por ejemplo, Mon arregló con la Santa Sede el asunto de la desamortización de modo económicamente definitivo. Fernández del Viso tenía una vinculación muy fuerte con el convento de San Pelayo, donde dejó dicho que debían celebrarse sus funerales.

En segundo lugar, poner por encima de sus intereses personales a España. Viso me contaba su emoción cuando, jovencito, en un campamento del Frente de Juventudes presenció izar y arriar las banderas. Por España estaba dispuesto a hacer todo tipo de sacrificios. Por eso se implicó en la política. Desde la Agrupación de Antiguos Miembros de Juventudes hasta ser miembro del PP, su vida fue una constante búsqueda de lugares, de ambientes y también de tertulias -esas ovetenses que tanta importancia cultural, social y política han tenido siempre-, de puestos del sector público, como fue su espléndida labor en el Ayuntamiento de Oviedo en el ámbito de la Cultura, desde la creación de una orquesta sinfónica hasta exposiciones de obras de arte, y de aceptar oscuros papeles en grupos de presión política para el triunfo de sus convicciones.

Al mismo tiempo, honradez máxima. Precisamente en mi última conversación con él nos dedicamos un buen rato a dar vueltas al tema de la corrupción, de cómo, además de causar ingentes daños económicos, los implicados mostraban un talante moral repelente. Ahí queda para siempre el modo en cómo administró los fondos a él consignados en su puesto en el Ayuntamiento de Oviedo.

Y, finalmente, en multitud de ocasiones, ser de derechas supuso en España, desde Isabel II hasta ahora mismo, ser valiente. ¿No fueron valientes multitud de asturianos de derechas, desde ese genio, también en ese sentido, que fue Jovellanos, hasta los defensores de Oviedo de 1936 a 1937? Y José María Fernández del Viso nunca se escondió para no dar la cara. Su voz clara se imponía en esos momentos en los que, aparentemente, lo cómodo es el silencio. Además de esto era un enamorado, por supuesto, de Oviedo, pero, desde luego, de Asturias. Con él he estado en Ribadesella y en Luarca, en Pravia y en Cangas de Onís, para, a continuación, subir a Covadonga, donde le oí abominar de quienes quieren rehacer la historia de España silenciando lo que significó ese santuario.

Nada encaja en él del modelo expuesto por Camilo José Cela. Estoy seguro de que si se entera de la posibilidad de que fuese encasillado en esas condiciones reaccionaría diciendo: "¿Por qué no se rectifica esa serie absurda?". ¿Por qué no se acepta la crítica a tamaña equivocación porque, como bien dice Cela en su artículo "Breve anticipo", publicado en "Juventud" el 28 de marzo de 1944, la crítica, "si bien no sola", es la que "debe situar las cosas donde se nos antoje que su sitio sea"? Y desde luego, el sitio del pensamiento, de la acción, del ejemplo de José María Fernández del Viso debe constituir algo importante para los ovetenses, para los asturianos y, desde luego, para los españoles.

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