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Psicóloga de ACAE (Asociación Contra el Acoso Escolar)

¿Es el bullying invisible?

El papel de los centros educativos a la hora de afrontar el acoso escolar

Acerca del bullying o acoso escolar existen muchos mitos y errores. Uno de ellos, que llego a escuchar con cierta frecuencia, es la idea de que "si no se ve nada es que no existe". A partir de ahí se deja de investigar el tema porque el profesor no ve nada y se acabó. Esta es una forma rápida de "solucionar" el problema, las quejas y el malestar de un alumno y su familia, pero la realidad es que la cosa no acaba aquí y el resultado es más grave del que muchos adultos creen.

Las personas que son responsables del bienestar de los alumnos en cualquier colegio o instituto deben de ser muy conscientes de la importancia de una situación de acoso pues está en juego la salud de los que lo sufren y su ayuda para estos alumnos es inestimable, ya que si el profesor y/o orientador les tiende la mano, ese es el primer paso para que hablen desde la confianza que les da su tutor, una de las premisas básicas para empezar a sentirse mejor y empezar a creer que hay una salida. Para solucionar una situación de acoso desde el centro hay que tener no solo valentía, sensibilidad y determinación sino también conocimiento sobre qué hacer y mucha dosis de empatía por parte del tutor responsable, así como por la dirección del centro.

Es importante saber que el acoso se puede hacer visible a través de la víctima, de lo que nos explica, de su conducta, de su malestar físico y psíquico, así como a través de lo que puedan informar otros compañeros, del funcionamiento interno de los grupos de clase y de la propia intuición del tutor correspondiente.

Si no se da apoyo a la "víctima", de forma indirecta estamos dando carta blanca a la persona dominante y abusadora para que siga ejercido su poder de forma dañina y utilizando diversas "armas", lejos de las miradas de los adultos, en lugares donde no se les ve. Muchas veces, el acosador sabe manejar sutilmente la situación para parecer inocente a ojos de los demás. Incluso se puede llegar a culpabilizar a la persona acosada, que va a seguir sufriendo, con gran indefensión y malestar psicológico. Si el acoso llega a ser muy intenso y prolongado en el tiempo, puede incluso padecer en el futuro estrés postraumático.

Pensemos por un momento si esto nos pasara a nosotros? Cabe preguntarse cuestiones como las siguientes? ¿Cómo se sentiría un profesor si fuese molestado por otro compañero? (en este caso se llamaría mobbing en el trabajo) ¿Y si nadie viera nada? ¿Y si tuviéramos una gran angustia y somatizáramos cada vez que acudimos al centro? ¿Y si no nos creyeran y a pesar de todo el problema siguiera ahí mermando nuestro ánimo día a día hasta tal punto que quisiéramos marchar de allí como única solución?

Es cierto que a muchos docentes les falta formación y saber qué hacer a la hora de afrontar un caso de acoso escolar. Pero hoy en día existen numerosos planes de prevención e intervención que se pueden llevar a cabo, así como profesionales para orientarles sobre este tema. No saber cómo manejarlo no justifica la pasividad con la que en algunos centros tratan las demandas de ayuda en casos de acoso entre los estudiantes.

Aceptar que hay un problema y buscar de forma seria y reiterada una solución respaldando a la familia y al alumno que así lo demanda hace que el centro gane en prestigio, por capacidad de afrontar los problemas e interés a la hora de resolver una situación grave. Eso no supone una mancha en el currículum del colegio como todavía se tiende a creer en algunos centros escolares.

Hay que empezar a cambiar la forma de verlo.

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